¿Crees que tu trabajo apesta? Te presentamos al «Mozo de las heces» de la Inglaterra del siglo XVII

Publicado 12 abril, 2017 por Joaquín M.C.
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Quien más quien menos, todos tenemos o hemos tenido un trabajo. Para el común de los mortales es la única manera de conseguir unos ingresos estables periódicamente. Si tenemos suerte, disfrutaremos con nuestra ocupación, si no, pues no queda otra que aguantarse o buscar otro trabajo lo más pronto posible.

Tal vez podamos pensar que nos ha tocado el peor oficio del mundo, pero creedme, siempre hay un trabajo peor. El que os vamos a mostrar hoy, no sabemos hasta que punto puede ser malo, pero desde luego desagradable para las fosas nasales si que lo es.

Así era el W.C. portátil del rey

El mozo de heces (The groom of the Stool como era conocido en toda Inglaterra) era una persona que se encargaba de acompañar al real cuando iba al excusado. Este oficio existió desde el S. XVI hasta el S. XVII en la corte real británica. 

Aun que pueda parecer lo contrario, este noble puesto estaba reservado a personas pertenecientes a la más alta aristocracia. Ser un mozo de las heces estaba considerado todo un honor y, en realidad, no es para menos.

La persona que desarrollaba este trabajo siempre se encontraba en contacto con el rey. Lo llamaban también el principal Caballero de la Cámara Privada de su majestad. 

Guillermo II también tuvo su mozo de heces

Las tareas de las que debía ocuparse el mozo de heces eran bastante variadas y variopintas. Asegurarse de que el rey iba bien vestido y acicalado, ofrecer un pañuelo cuando acabará sus reales deposiciones, encargarse de que las heces fuesen retiradas… Estas son las más lógicas y esperadas, pero no las únicas.

En muchas ocasiones el mozo de heces controlaba las finanzas personales del rey y decidida que gastos eran necesarios y cuales eran suprimibles. Además eran los únicos que tenían una completa libertad para entrar y salir de los aposentos reales.

En la mayoría de las ocasiones su habitación se encontraba al lado de la del monarca. Eran también los confidentes reales y manejaban toda la información de palacio que se pueda imaginar. Por este motivo solo optaban a este puesto de trabajo personas de extrema confianza del rey.

Supuesto retrato de Sir Anthony Denny, mozo de heces de Enrique VIII

Debido a su estrecha relación con el monarca, el mozo de heces era respetado y también temido por otros miembros de la corte. Nadie tenía más influencia sobre el rey que él. Enemistarse con un mozo de heces era buscarse la ruina más absoluta.

Sir Anthony Denny fue el mozo de heces de Enrique VIII y uno de los más poderosos miembros de este gremio. Tenía incluso su propia copia del sello del rey y potestad para usarlo, por lo que podía firmar documentos reales si lo estimaba oportuno.

En ocasiones estos mozos se extralimitaban en sus funciones políticas y podía costarles caro. Algo así le sucedió a Sir Henry Norris que, según dicen, apoyó la traición a Enrique VIII perpetrada por Ana Bolena. Sir Henry fue condenado a muerte y ejecutado.

Muchos sirvientes, pero ni un solo mozo de heces

Una de las curiosidades de esta profesión es que a los monarcas exiliados se les negaba tajantemente disponer de un mozo de heces. Podían tener sirvientes y asistentes, pero nunca del mismo modo que uno de esos mozos.

La figura del mozo de heces perduró hasta finales del siglo XVIII, aunque ya no tenía la misma relevancia que sus predecesores. El último mozo de heces nombrado como tal fue James Hamilton, al servicio del entonces Príncipe de Gales Eduardo VII. En estos años, el puesto había perdido todos sus privilegios pasados y ya eran considerados poco más que ayudantes de vestuario.

Hoy en día sería impensable que una persona realizase este trabajo, y mucho menos que fuese envidiado por ello. Un oficio curioso de la historia que, seguramente, muchos desconocíamos.

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