Atrapado durante 12 días en el desierto del Sahara, logró al fin escapar con su propio invento

Publicado 28 marzo, 2017 por Joaquín M.C.
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Nos hemos acostumbrado a vivir en una sociedad consumista. Cuando algo se estropea lo tiramos a la basura y compramos otro nuevo. El capitalismo fomenta este comportamiento y es que, muchas veces, resulta más barato sustituir el objeto roto por uno nuevo, que arreglarlo.

Pero hay gente que no entra en este juego y decide arreglar las cosas en vez de tirarlas. Si además nos encontramos en un caso en el que reparar un objeto o no es caso de vida o muerte, la situación puede volverse bastante tensa. Emile Leray, francés de nacimiento y electricista de profesión, sabe bien de lo que hablamos y la increíble historia que os vamos contar hoy lo corrobora.

Corría el año 1993, Emile se encontraba haciendo una ruta por el noroeste africano. Conduciendo un Citroen 2CV y Con víveres suficientes, había abandonado la ciudad marroquí de Tan Tan hacía pocos días.

Su intención era llegar a Mauritania atravesando el Sáhara Occidental. Las carreteras no eran precisamente buenas y el viaje se preveía bastante movidito. Nada que un 2CV y paciencia no pudiesen superar o al menos eso creía Emile.

Al llegar a la frontera del Sahara las autoridades lo detuvieron impidiéndole el paso. Debido a los conflictos bélicos que se estaban produciendo en la región en aquellos días los oficiales no podían permitirle continuar. Pero Emile no tenía intención de cancelar su viaje.

Los agentes le pidieron amablemente que si podía llevar a uno de ellos. Emile sabía que de aceptar no habría posibilidad alguna de reanudar su viaje, por lo que se negó alegando que su seguro no permitía transportar pasajeros. Nuestro intrépido viajero se alejo de la frontera hasta que perdió de vista a los agentes.

Una vez estuvo lo suficientemente lejos decidió buscar un camino alternativo, y lejos de las autoridades, para atravesar la frontera. Los caminos que estaba atravesando Emile eran cada vez más pedregosos e intransitables, por lo que su viaje se empezaba a complicar aún más.

En un determinado momento Emile golpeo su vehículo con una piedra bastante grande y sucedió lo peor que podía pasar, una rueda rota y la transmisión doblada.  Con poco más que un destornillador, una sierra y un martillo poco podía hacer para arreglar el vehículo por lo que empezó a pensar un plan para salir de esa situación.

Tenía víveres para aguantar unos 10 días. La posibilidad de esperar que alguien pasará cerca quedó totalmente descartada, ya que no eran caminos precisamente transitados. Tampoco había ninguna ciudad cerca ni manera de pedir ayuda, por lo que las opciones se reducían drásticamente.

Utilizando sus conocimientos en mecánica y electricidad, decidió que podía construirse un vehículo con los restos del 2CV. Emile empezó entonces a desmontar el automóvil y clasificar las piezas que le sería útiles. La carrocería le sirvió como refugio contra el fuerte sol y las tormentas de arena.

Según sus cálculos podría ser capaz de llevar a cabo su proyecto en solo 3 días. Diversos problemas hicieron que el trabajo se alargará hasta los 12 días. Cuando terminó apenas le quedaba 1/2 litro de agua y nada de comida. Había conseguido construir una moto a la que bautizó como «Camello del desierto». El invento solo alcanzaba los 19Km/h, pero esto era más que suficiente para salvar su vida.

Cuando estaba a punto de llegar al pueblo más cercano, se encontró con una patrulla policial. Los agentes lo detuvieron, le dieron agua y alimentos y lo multaron por viajar en un vehículo ilegal no homologado.

Actualmente, 24 años después de esta aventura, Emile sigue conservando su «Camello del desierto». Esta moto es el recuerdo de una historia fascinante que nuestro protagonista cuenta cada vez que tiene ocasión.

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