Me llama mucho la atención que la gente anhele su juventud, pero las noticias, periódicos y aseguradoras renieguen de ella. Y es que problemas y gente joven son dos conceptos que parecen ir de la mano.
Basta analizar cualquier dato estadístico para darnos cuenta de que los jóvenes encabezan la lista negra de los problemas sociales. Mayor paro y desempleo estacional, alta tasa de criminalidad, accidentes mortales de tráfico, consumo de alcohol y drogas al volante…
Sin embargo se avecina un cambio demográfico sin precedentes, que va a acabar con estas falacias de una vez por todas, y es que nada tienen que ver los años con los problemas sociales.
El crimen envejece.
Japón, uno de los países más longevos del mundo, acaba de anunciar que la criminalidad de la población con más de 65 años ha superado a la criminalidad juvenil en números absolutos.
El año pasado se cometieron 23,000 crímenes por mayores de 65 años en Japón, frente a 20,000 realizados por jóvenes de entre 14 y 19 años.
No parece ser un hecho aislado. En Corea, la criminalidad de personas mayores ha aumentado un 12% en un año, siendo además el 40% de los crímenes cometidos con violencia.
En Holanda las encarcelaciones de ancianos no han dejado de aumentar desde 2010. Mientras tanto, la criminalidad de menores y adultos ha descendido un sorprendente 24% en Reino Unido, a la vez que los delitos cometidos por ancianos aumentaron en un 10%.
Curiosamente, el pasado mes de mayo de 2015, se produjo el mayor robo de la historia del Londres, un robo con butrón en el que se sustrajeron 275 millones en Joyas.
Imagínense la sorpresa cuando, una semana después, cuando 200 agentes de policía acorralaron y detuvieron a los presuntos culpables en el norte de Londres. El ladrón más joven tenía 48 años y el mayor 76, quien además se ha negado a responder en el juicio, argumentando que no escucha bien las preguntas del tribunal acusatorio. Para colmo, todos han sido descritos por sus vecinos como «abuelos simpáticos y agradables a los que les gusta pasear tranquilos».
Alemania también tiene su particular grupo de atracadores de la tercera edad: «La banda de los abuelos», compuesta por 3 ancianos de entre 60 y 70 años, atracaron 14 bancos en 16 años, solo para evitar ser pobres en la vejez. El mayor de los ladrones, al ser detenido, dijo que quería el dinero para comprar una granja, ya que pensaba que la residencia de la tercera edad le iba a echar de su programa de cuidado.
La inconsciencia juvenil
Al igual que la criminalidad, muchos de los problemas en los que la juventud se ve inmersa, se suelen justificar bajo la premisa de «la inconsciencia juvenil». Sin embargo, esto no es cierto, ya que existen datos objetivos que desvinculan el problema con la edad.
Sobre los accidentes de tráfico, por ejemplo, es cierto que la gente joven tiene una mayor mortalidad en carretera, pero también que son ellos los que conducen los vehículos más viejos e inseguros. Las familias suelen regalar o prestar siempre el coche más antiguo, superando de media los 10 años. Estos vehículos no poseen las medidas de seguridad que, a día de hoy, salvan más vidas, como son el ABS, control de frenado y airbags laterales.
Curiosamente los positivos en drogas y alcohol en mayores de 35 años también aumentan, y mucho, si los controles policiales se instalan a una hora prudencial o después de comer, sobre todo en fiestas de gran participación de público adulto, como cenas de empresa o eventos deportivos. Así pues, parece que la irresponsabilidad tampoco entiende de edades.
Jóvenes o ancianos, el problema de la delincuencia está en la necesidad.
Hay quien roba por codicia, pero la mayoría de las personas lo hacen por necesidad. No es de extrañar, por tanto, que la población con mayor paro y desempleo -los jóvenes- y los que menores ingresos por renta perciben -los pensionistas- se vean obligados a delinquir para sobrevivir.
Año tras año, los precios de la cesta de la compra y los gastos fijos por servicios y bienes de primera necesidad aumentan, no así sus pensiones. La crisis no ha hecho más que empeorar la situación.
El aumento en todo en mundo de las tasas de delincuencia en mayores de 65 no resulta extraño, cuando conoces el dato clave: los ancianos son el sector que más se ha empobrecido globalmente a consecuencia de la crisis financiera.
Lo cierto es que la mayoría de los delincuentes de 65 años no son ladrones de bancos ni estafadores, son gente que pasa hambre y que, en muchas ocasiones, tienen personas a su cargo. Prueba de ello es que el delito más común es el hurto en los supermercados.
Al principio del artículo decíamos que en Corea del Sur la delincuencia de mayores había aumentado un 12%, pero lo que no les dije aún es que el 45% de los ancianos del país viven por debajo del umbral de la pobreza.
Mires el país que mires el dato coincide: cuando aumenta la pobreza entre los mayores, también lo hacen los delitos. Esto no es algo nuevo, y por eso mismo los estados de bienestar implantaron el sistema de pensiones como mecanismo contra la exclusión social.
Sin embargo, el sistema tiene importantes agujeros y, a excepción de algunos políticos -únicos ancianos que roban por codicia y salen impunes-, los tribunales se están llenando de noticias tan tristes como estas.
ONGs y Bancos de alimentos intentan corregir esta desigualdad, pero el futuro es incierto ya que la población de mayores no deja de aumentar.
Para colmo, los jóvenes de hoy, esos que no consiguen encontrar un trabajo estable antes de los 30 años o más, deberán cotizar 35 años mínimo para tener derecho a prestación por jubilación. Echen sus cuentas, pero parece que tal y como esta el mercado, muchos van a tener problemas para alcanzar esa cifra. Tristemente el fenómeno de la delincuencia en mayores no ha hecho más que empezar.
Fuentes: kirainet.com, bbc.com
