8 cosas sorprendentes y extrañas a bordo del Titanic

Publicado 28 diciembre, 2016 por Alberto Díaz - Pinto
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La trágica historia del Titanic, el transatlántico que chocó contra un iceberg y se hundió en las aguas del Atlántico hace ya más de 100 años, ha sido objeto de innumerables libros, reportajes, documentales y películas, creando una fascinación sin precedentes sobre su historia y las circunstancias que envolvieron la tragedia. 

Más de 1.500 personas perdieron la vida aquel 15 de abril de 1912, por lo que fue una de las peores catástrofes del siglo pasado que se recuerdan. A pesar de estar muy bien documentada y conocerse muchos datos acerca del barco, el personal de abordo y los pasajeros, pocos saben que junto al Titanic se hundieron un montón de cosas extrañas, a la par que sorprendentes e insólitas. A continuación te mostramos algunas de ellas:

«Baños eléctricos»

A principios de 1900, los baños eléctricos fueron la última moda en el terreno de la salud. De hecho, eran tan populares que incluso el Titanic llevaba uno a bordo en 1912; a las mujeres se les permitía utilizarlos durante las mañana y a los hombres por la tarde y primeras horas de la noche, pagando previamente un dólar. Se podría decir que era el predecesor de las cabinas de rayos UVA que conocemos hoy en día, en la que se aplicaban diversos tratamientos con lámparas de luz ultravioleta. 

Opio

Se dieron cuatro casos de opio -sí, la droga altamente adictiva- a bordo del Titanic. En 1912, la sustancia ya había sido prohibida en EE.UU, aunque seguía siendo muy popular en el terreno de la medicina. No obstante, se requería que las compañías farmaceúticas especificaran en las etiquetas de sus medicamentos el uso de opio. Aunque estas regulaciones dificultaban su importación, aun así se seguían haciendo subrepticiamente. 

Una obra pictórica de gran valor

Uno de los artículos más caros a bordo del Titanic no era una pieza de joyería o un diamante, pero sí una pintura del artista francés Merry-Joseph Blondel, titulada La circassienne au bain. El propietario, un hombre de negocios sueco llamado Mauritz Hàkan Björnström-Steffansson, sobrevivió al accidente, por lo que tras el hundimiento presentó una demanda al seguro por un valor de 100.000 dólares de la época, que hoy equivaldrían a más de 2,4 millones.

Una máquina para hacer mermelada

Para hacer mermelada, la cáscara de la fruta debe ser cortada con precisión. Muchas de las personas que hacían mermelada allá en el 1900 utilizaban una máquina para cortar la fruta con precisión. La propietaria de esta máquina de mermelada a bordo del Titanic fue Edwina «Winnie» Celia Troutt, quien sobrevivió al naufragio. En su afán por conseguir un bote salvavidas, Troutt se vio obligada a dejar a su amada máquina atrás. Más tarde presentaría una demanda a su seguro.

Baño turco

El Titanic era uno de los barcos más lujosos del momento, por lo que era natural que entre sus instalaciones se encontrara un baño turco de lujo disponible para los pasajeros de primera clase.

Jenny, el gato

Jenny fue una gata a la que todos los tripulantes considerarían una más y que procedía del hermano gemelo del Titanic, el Olympic. Vivía en las cocinas y se alimentaba de las sobras que los cocineros le daban. Ella era la encargada de eliminar cualquier pequeño roedor que pudiera interferir durante el viaje.

Caballo mecánico

Un gimnasio a bordo de un barco de lujo no suena extraño ¿verdad? Sin embargo, entre sus muchas máquinas de ejercicios se encontraba un caballo mecánico, que simulaba un paseo a lomos de un equino de verdad.

Un manuscrito de Joseph Conrad

El Titanic transportaba cerca de 7 millones de cartas de Inglaterra a Estados Unidos. Uno de aquellos elementos del correo era un manuscrito del autor victoriano Joseph Conrad. Este consistía en una serie de notas escritas del puño y letra del autor, e iban destinadas al abogado corporativo de Nueva York John Quinn, quien también era coleccionista de manuscritos literarios originales.

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