El motivo por el que este bebé orangután no deja de abrazarse a sí misma te romperá le corazón

Publicado 26 enero, 2016 por Alberto Díaz - Pinto
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El pasado 5 de enero, un equipo de rescate de Borneo, Indonesia, salvó a una cría de orangután que había sido arrancada de su hábitat natural para ser vendida como mascota. Esta preciosidad no deja de abrazarse, a modo de consuelo, por haber sido separada de su madre y por el infierno que ha tenido que vivir desde entonces.

Una imagen que está dando la vuelta al mundo y que ha enfurecido y entristecido a millones de internautas; unos hechos desgarradores e inadmisibles que denunciamos abiertamente para evitar que esto siga ocurriendo bajo ningún concepto.

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La pequeña orangután, a quien apodaron con el nombre de Joss, fue adquirida por un hombre llamado Dahlan a cambió de 500 mil rupias indonesias -unos 33 euros-. Vio al pobre animal y decidió comprarlo porque sintió pena, según ha informado la organización International Animal Rescue, en cuya web podéis adoptar a uno de estos pequeños para que no les falte de nada y, en definitiva, contribuir con su hermosa causa.

«Joss se abraza a sí misma constantemente porque extraña el contacto físico y la contención que debería tener de su madre. Hasta este momento, su vida ha debido ser muy traumática y estresante debido a su anómalo comportamiento», explica la veterinaria de IAR, Jaclyn Eng.

El antiguo dueño de Joss confesó que la había comprado por pena, sin saber que es una ilegalidad tener un orangután como mascota en Indonesia, y que se la había regalado a sus cuatro hijos. Sin embargo, estos la trataron como un juguete en vez de como lo que es, un ser vivo.

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«Es probable que haya visto cómo mataban a su madre antes de que se la llevaran de la selva para ser vendida como mascota», explicó Alan Knight, director del IAR. Desgraciadamente, el caso de Joss y su madre no es un hecho aislado, sino que es bastante común en Borneo, donde estos hermosos animales ya han perdido el 80% de su hábitat debido a la deforestación.

«Hemos tratado de consolarla y abrazarla, pero obviamente está tan estresada ​​con su nuevo entorno que no quiere que nadie la toque. Intentamos calmarla con un oso de peluche gigante, pero eso no ayudó tampoco. Siguió golpeando su pobre cabeza contra la pared. Basta con mirarla a los ojos para darte cuenta del horror que ha vivido durante su corta vida. Los veterinarios de nuestro centro de Ketapang están tratando de ayudarla, pero solo el tiempo dirá si podrá recuperarse del todo».

Si bien es cierto que con estas noticias se nos parte el corazón, el rescate y el cuidado de estos pequeños ofrecen algo de luz esperanzadora al final de un túnel desgarrador. Por suerte, existe un equipo de profesionales que velan, in situ, por la rehabilitación y la larga preparación que estos animales necesitan de cara a la vida en la naturaleza, así que ¡bravo por ellos!

Vía: internationalanimalrescue

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