Esta es la conmovedora historia de Jenny Lakke una adolescente de 17 años que asistía a secundaria en Idaho, Estados Unidos.
A los 16 años comenzó a sufrir unos terribles dolores de cabeza. Comenzaron siendo simples dolores de cabeza pero tras unos meses Jenny sufría verdaderas migrañas por lo que fue a consultar a su medico. Tras una serie de pruebas los doctores descubrieron que Jenny tenia una masa oscura en su cabeza.
El 15 de Octubre de 2010 Jenny se sometió a una biopsia y cinco días más tarde los médicos confirmaron que tenia un astrocitoma en fase tres, un tumor cerebral que se había extendido desde su cerebro hasta su medula. Los médicos comunicaron a su familia que si se sometía a un duro tratamiento podría vivir al menos 2 años más.
Comienza el viaje de Jenny.
A pesar de lo negro de su diagnostico Jenny sacó fuerzas para afrontar el tratamiento de la forma más positiva. Con el apoyo de su familia y amigos Jenny recibió tratamiento de quimioterapia y radiación y abrió un canal de Youtube titulado «El viaje de Jenny» donde contar su historia.
Esos meses fueron especialmente duros para Jenny pero gracias al tratamiento los tumores se redujeron y se sintió más positiva. Continuó asistiendo a clase procurando llevar una vida normal y conoció a Nathan. A pesar del diagnostico del cáncer Jenny y Nathan se enamoraron y comenzaron a salir.
Jenny procuraba exprimir al máximo cada día, asistía a clases y obtuvo un empleo parcial en una tienda de tatuajes, el tiempo pasaba y a pesar de que algunos días estaba muy débil por los tratamientos se encontraba feliz.
En Mayo de 2011 Jenny tuvo que ausentarse del empleo durante una semana, había estado vomitando mucho y sufría fuertes dolores de estomago. Una tarde su madre la encontró llorando en su habitación, tenía una ecografía en la mano y acababa de enterarse que estaba embarazada. Jenny había dejado de viajar sola.
La decisión de su vida.
Desde el inicio del tratamiento, le dijeron que nunca podría tener hijos, su madre le explicó que la radiación y la quimioterapia la dejarían esencialmente estéril.
«Nos dijeron que no podía quedarse embarazada, así que no nos preocupamos por eso», dijo Nathan, 19.
Cuando visitó a su oncólogo este le comunicó que sus opciones no eran compatibles. «Si continuaba con el tratamiento el bebé moriría y si abandonaba el tratamiento sería ella la que moriría». Jenny siempre había querido ser madre y estaba decidida a tener el bebé aun a riesgo de su vida.
«Ya he terminado, hice lo que debía. Mi bebé ha nacido seguro».
Jenny no se arrepintió de su decisión ni un momento. A pesar de debilitarse día a día, ella aguantó el dolor, se sobrepuso cuando prácticamente perdió la visión y continuó cuidandose por su hijo.
Un mes antes de su 18 cumpleaños Jenny dio a luz un preciosa niña. Cuando la sostuvo entre los brazos susurró a la enfermera «Ya he terminado, hice lo que debía. Mi bebé ha nacido seguro».
Tras 12 días Jenny falleció en casa. Durante esos días pudo cuidar y sentir a su bebe y estuvo siempre orgullosa de su decisión. Su familia explica que el legado de su hija no fruto de la tragedia sino del hermoso sacrificio de una joven madre.
Fuente: Dailymail y Huffingtonpost
