Impactantes fotografías que muestran cómo duermen los niños sirios refugiados

Publicado 26 noviembre, 2015 por Joaquín M.C.
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La guerra en Siria lleva ya más de 5 años azotando el país y son muchos los que intenta huir del reguero de muerte y miseria que va dejando a su paso.

No es fácil para ellos tener que dejar sus casas, sus pertenencias, sus amigos… toda una vida que nunca más podrán recuperar y, aunque muchos piensen lo contrario, no lo hacen por gusto.

En todas las guerras hay siempre víctimas y en todas las guerras, los que se llevan la peor parte son siempre los niños. Son la parte más débil y por eso deberíamos responsabilizarnos de su situación.

Todos los días vemos alguna noticia en televisión o en un periódico, pero realmente no llegamos a ser conscientes de lo que están padeciendo.

El fotoperiodista sueco Magnus Wennman, dos veces ganador de los premios World Best Photo, ha documentado estas olas de refugiados que intentan escapar de la masacre a diario. Conmocionado por las imágenes que ha visto, ha decidido aportar su granito de arena dando a conocer el sufrimiento de los niños sirios, iniciando una campaña junto con la Agencia de Refugiados ACNUR.

Para esta labor ha recopilado una serie de fotos y de historias de niños las cuales ha titulado con el nombre de «Where the children sleep» -Donde duermen los niños-. Unas imágenes duras que nos muestran la cara más amarga, si cabe, del conflicto, pero que creo que todos deberíamos ver para conocer sus historias y ayudar en lo que podamos.

Lamar, 5 años

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Foto tomada en Horgos, Serbia.

La pelota, las muñecas el tren de juguete se quedaron en Bagdad. A menudo Lamar habla de estas cosas cuando se menciona su casa. La bomba lo cambió todo. Su familia estaba de camino al mercado cuando fue abandonada cerca de su casa. Ya no se puede vivir allí, dice Sara, la abuela de Lamar. Después de dos intentos por cruzar el mar de Turquía en un bote hinchable lograron llegar a la frontera de Hungría. Ahora Lamar duerme sobre las hojas en el bosque, asustada, congelada y triste.

Mahdi, 1 año y 1/2

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Foto tomada en Horgos, Röszke.

Mahdi solo tiene año y medio de edad. En su corta vida solo ha experimentado la guerra. Duerme profundamente a pesar de los refugiados que se manifiestan a su alrededor. Protestan porque no les dejan atravesar las fronteras de Hungría. Al otro lado de la frontera hay cientos de policías. Tienen órdenes del primer ministro, Viktor Orbán, de proteger la frontera a toda costa. La situación es cada vez más desesperada y justo el día después de hacer esta foto la policía usó sus cañones de agua y gases lacrimógenos contra los refugiados.

Abdul Karim, 17 años

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Foto tomada en Atenas, Grecia.

Abdul no tiene dinero. Compró un billete de ferry a Atenas con todos sus ahorros. Ahora pasa las noches en la plaza Omonia, donde cientos de refugiados llegan todos los días. Aquí los contrabandistas están haciendo mucho dinero falsificando pasaportes, billetes de autobús y avión. Pero Abdul no va ninguna parte. Es capaz de pedir prestado un teléfono para llamar a casa de su madre en Siria, no puede decirle lo mal que están las cosas. «Mi madre llora y tiene miedo por mi, no quiero preocuparla más». Extiende su manta en medio de la plaza y se acurruca en posición fetal.

«Sueño solo con dos cosas: dormir en una cama de nuevo y abrazar a mi hermana pequeña»

Ahmad, 7 años

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Foto tomada en Horgos, Röszke.

Incluso durmiendo no está tranquilo, aquí es cuando las pesadillas repiten el terror. Ahmad estaba en su casa en Iflib cuando la bomba cayó sobre ella. La metralla le golpeo la cabeza pero consiguió sobrevivir. Su hermano pequeño no tuvo esa suerte. La familia había podido aguantar la guerra como vecina durante varios años, pero sin hogar ya no tenían otra opción. Se vieron obligados a huir. Ahora Ahmad se encuentra tirado en el asfalto entre los miles de refugiados a lo largo de la carretera que conduce a la frontera cerrada de Hungría. Su familia ha dormido en paradas de autobús, en la carretera, y en el bosque, según nos cuenta su padre.

Shehd, 7 años

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A Shehd le encanta dibujar, pero últimamente sus dibujos han sido todos sobre el mismo tema: las armas. «las ve todo el tiempo, están por todas partes», nos cuenta su madre mientras la pequeña duerme en el suelo junto a la frontera cerrada de Hungría. Ahora ella no dibuja nada. La familia no trajo papel ni lápices de colores. La pequeña ya no juega. La huida ha obligado a los niños a convertirse en adultos y compartir la preocupación por lo que sucede a todas horas. Han tenido dificultades para encontrar alimentos en su periplo. Algunos días han tenido que apañarselas con las manzanas que podían recoger de los árboles al lado de la carretera. Si la familia hubiera sabido lo difícil que sería el viaje habrían optado por arriesgar sus vidas quedándose en Siria.

Sham, 1 año

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Foto tomada en Horgos, Röszke.

Justo al lado de la frontera entre Serbia y Hungría, en la puerta de hierro de 4 metros de altura, Sham se encuentra dormido en los brazos de su madre. A pocos centímetros de su espalda se encuentra la Europa que tan desesperadamente están tratando de alcanzar. Sólo un día antes, dejaron entrar al último grupo de refugiados y subieron en un tren hasta Austria. Pero Sham y su madre llegaron demasiado tarde, ahora esperan fuera de la frontera húngara junto con otros miles de refugiados.

Abdullah, 5 años

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Foto tomada en Belgrado, Serbia.

Abdullah tiene una enfermedad sanguínea. Durante los últimos días ha estado durmiendo fuera de la estación central de Belgrado. Vio morir a su hermana en su casa en Daraa. «Todavía está en estado de shock y tiene pesadillas por las noches», dice su madre. Abdullah está cansado y enfermo, pero su madre no tiene dinero para comprar su medicina.

Juliana, 2 años

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Foto tomada en Horgos, Serbia.

Hace una temperatura de 34ºC. Las moscas pasean por el rostro de Juliana y la despiertan con inquietud de su sueño. La familia de Juliana ha estado caminando a través de Serbia durante 2 días. Esta es la última etapa de su huida que comenzó hace 3 meses. La madre de la muchacha pone una sabana fina sobre su hija para que se calme. A los pocos metros de donde se encuentran se ve un flujo interminable de personas. Están a finales de agosto y Hungría se encuentra a punto de vallar la frontera con alambre de espino para evitar que entren más refugiados. Pero todavía faltan algunos días para que esto suceda. Tan pronto como se haga de noche la familia de Juliana se pondrá en marcha para lograrlo.

Ahmed, 6 años

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Foto tomada en Horgos, Serbia.

Es media noche pasada cuando Ahmed se queda dormido en la hierba. Los adultos todavía están sentados alrededor, buscando la manera de atravesar la frontera de Hungría. Ahmed tiene 6 años y lleva su propia bolsa cuando su familia inicia el viaje. «Es valiente y solo llora a veces por las noches», dice su tío. Su padre fue asesinado en su ciudad natal Deir ez-Zor, en el norte de Siria.

Shiraz, 9 años

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Foto tomada en Suruc.

Shiraz solo tenía 3 meses cuando fue atacada por unas fiebres severas. El médico le diagnosticó poliomielitis y aconsejó a sus padres no gastar demasiado dinero en su tratamiento ya que «no tenía ninguna oportunidad de sobrevivir». Luego estalló la guerra. Su madre, Leila, llora cuando cuenta cómo envolvió a la niña en un amante y se la llevó a la frontera de Kobane con Turquía. Shiraz, que no puede hablar, fue admitida en el campo de refugiados y duerme en una cama de madera. Pasa allí día y noche.

Mohammed, 13 años

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Foto tomada en Nizip.

A Mohamed, de 13 años, le encantan las casas. En su ciudad natal Alepo, solía pasear para contemplar los edificios. Ahora muchas de sus construcciones favoritas han volado en pedazos. Acostado en la cama del hospital se pregunta si alguna vez cumplirá su sueño de convertirse en arquitecto. «Lo más extraño de la guerra es que uno se acostumbra a sentir miedo». Jamás hubiésemos creído que eso pudiera ser así.

Iman, 2 años

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Foto tomada en Azraq.

Iban tiene 2 años, neumonía y una infección pulmonar. Este es su tercer día en la cama del hospital. Duerme la mayor parte del tiempo. Normalmente es una niña risueña, pero ahora está muy cansada. Le encanta ir corriendo a todas partes cuando está feliz. Adora jugar en la arena, nos dice su madre Olah, de tan solo 19 años.

Gulistan, 6 años

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Foto tomada en Suruc.

Hay una diferencia entre cerrar los ojos y dormir, y eso lo sabe muy bien Gulistan con tan solo 6 años. La pequeña prefiere cerrar los ojos y fingir, porque cada vez que duerme de verdad empiezan las pesadillas. «No quiero dormir aquí, quiero dormir en casa» es lo que suele decir. Echa de menos la almohada que tenía en Kobane. A veces se apoya en su madre y la usa como almohada.

Tamal, 5 años

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Foto tomada en Azraq.

Con tan solo 5 años, Tamam tiene miedo de su almohada. Llora todas las noches antes de acostarse. Los bombardeos en Homs, su ciudad natal, se llevaban a cabo por la noche. Hace ya 2 años que no duerme allí, pero aún no se ha dado cuenta de que la almohada no es la fuente del peligro.

Esra, 11 años, Esma, 8 años y Sidra, 6 años

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Foto tomada en Majdal Anjar.

Cuando Selam de 37 años manda a sus 3 hijas a la cama tiene la tranquilidad de que están seguros y no serán bombardeados por la noche. Lo que la entristece es el hecho de que tienen pesadillas con su padre constantemente. Fue secuestrado y nunca más supieron de él. «A menudo sueño que papá me trae dulces» dice Sidra.

Maram, 8 años

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Foto tomada en Amman.

Acababa de llegar de la escuela cuando un misil cayó en su casa. Un trozo de techo se le derrumbó encima. Su madre la llevó a un hospital de campaña y desde allí fue trasladada por aire a Jordania. Tuvo un traumatismo craneal y una hemorragia cerebral. Durante los primeros 11 días, Maram estuvo en coma. Ahora está consciente pero tiene la mandíbula fracturada y le es imposible hablar.

Ralia, 7 años, Rahaf, 13 años

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Foto tomada en Beirut.

Los 2 pequeños viven en las calles de Beirut con su padre. Son de Damasco, donde una granada mató a su madre y a su hermano. Se acurrucan en sus cajas de cartón para no pasar frío. Rahaf dice que tiene miedo de los «chicos malos», cuando su hermana le oye se pone a llorar.

Moyad, 5 años

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Foto tomada en Amman.

Moyad y su madre se dirigían a comprar harina para hacer un pastel de espinacas. Cogidos de la mano caminaban al mercado en Da’ra. Pasaron junto a un taxi en el cual alguien había colocado una bomba. La madre de Moyad murió en el acto. Él fue trasladado en helicóptero a Jordania. Tiene metralla alojada en su cabeza, espalda y pelvis.

Walaa, 5 años

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Foto tomada en Dar-el-nic.

Mala solo quiere volver a casa. En Alepo tenía su propia habitación. Allí nunca lloró antes de irse a dormir. Aquí en el campo de refugiados llora todas las noches. Apoyar su cabeza en la almohada dice que es horrible y pasa miedo. Durante el día, la madre de Walaa construye una casita de almohadas para enseñarle que no tiene nada que temer.

Amir, 20 meses

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Foto tomada en Zahle Fayda.

Amir nació siendo un refugiado. Su madre cree que su hijo ya estaba traumatizado en el útero. «Amir nunca ha dicho ni una sola palabra», dice su madre Shahana de 32 años. En la carpa de plástico donde vive su familia, Amir no tiene juguetes, pero juega con todo lo que encuentra en el suelo. «Se ríe mucho a pesar de que no habla», dice su madre.

Fara, 2 años

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Foto tomada en Azraq.

A Fara le encanta el fútbol. Su padre intenta hacer pelotas para ella con todo lo que encuentra pero no duran mucho. Todas las noches acuesta a Fara y a su hermana mayor Tisam, de 9 años, con la esperanza de poder traerles una pelota al día siguiente. Cualquier otro sueño parece estar fuera de su alcance, pero no se dan por vencidos.

Fátima, 9 años

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Foto tomada en Norbert, Suecia.

Cada noche Fátima sueña que cae desde un barco. Junto con su madre Malaki, y sus 2 hermanos, Fátima huyó de la ciudad de Idlib cuando el ejercito nacional sirio empezó a sacrificar civiles en la ciudad. Después de 2 años en un campo de refugiados en Líbano, la situación se hizo insoportable y huyeron a Libia. Allí se subieron en una patera sobrecargada de gente. Una mujer dio a luz a un bebé durante el transcurso del viaje después de 12 horas bajo el sol abrasador. El niño nació muerto y fue arrojado por la borda. Fátima lo vio todo. Cuando la embarcación empezó a hundirse fueron recogidos por los guardacostas italianos.

Fuente: Darbanmensover, Magnus Wennman, Traducido y adaptado por Lavozdelmuro.net

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