Las grandes compañías usan la buena publicidad para promocionar sus productos, por lo que la «mala publicidad» debería servir para obligarles a asumir sus responsabilidades.
Es por eso que queremos hacernos eco del caso de Yaiza Schmöhe Ollero y otros aspirantes españoles que, en 2013, participaron en una campaña publicitaria de AXE Apollo para la que se convocó un concurso con el fin de elegir al primer astronauta español no profesional.
Los más de 17.000 españoles que se inscribieron en el concurso tuvieron superar pruebas intelectuales, psicológicas, sociales y físicas, hasta que solo quedaron 20 finalistas, entre ellos Yaiza.
La última prueba consistiría en un divertido salto al vacío en el puerto de Ibiza. Sin embargo, una serie de malas decisiones por parte de AXE España, con el objetivo de causar el mayor impacto publicitario, pusieron en peligro la integridad y la vida de los finalistas.
Roturas de ligamentos, desviación del tabique nasal, contusiones, fracturas faciales, vértebras dislocadas y traumatismos varios fueron el resultado de un despropósito convertido en espectáculo, dando lugar a diversas causas civiles y penales por parte de los finalistas afectados.
Tres años después, las risas y la emoción del concurso se han convertido en secuelas físicas permanentes para Yaiza y otros participantes, mientras la empresa AXE -perteneciente al gigante corporativo Unilever- guarda silencio y ha borrado todo rastro del material corporativo y los videos de aquellos fatídicos saltos de su canal oficial.
Conoce el caso de Yaiza, descubre todos los detalles de lo ocurrido y cuéntanos, ¿qué te parece la actitud de Axe y Unilever en esta historia?
AXE Apollo Space Academy, conviertete en astronauta
En 2013, Axe (Unilever) convocó un divertido concurso a nivel internacional con motivo de la presentación de su nuevo desodorante Axe Apollo.
La campaña usaba como reclamo publicitario el espacio y los astronautas, y ofrecía como premio un viaje subespacial en ingravidez para 22 personas.
En cada país se elegirían dos ganadores que acudirían a la gran final en Estados Unidos. Los vuelos tendrían lugar en 2015 y, en caso de no celebrarse, los ganadores serían gratificados económicamente. Por ahora no se ha realizado ninguno.
A pesar de su consabido y habitual toque machista, el concurso estaba abierto a la participación tanto de hombres como de mujeres, algo a lo que Yaiza no pudo resistirse. Como Licenciada en Ciencias Físicas, doctora en Cosmología, aventurera y deportista consumada, viajar al espacio era un sueño.
“Desde que era pequeña me ha apasionado el Universo, recuerdo que pasaba horas y horas tumbada mirando las estrellas, intentando comprender qué somos, dónde estamos, de dónde venimos… por eso estudié mi carrera, para intentar desvelar ese misterio que me apasiona y, a pesar de que llegué lo más lejos posible (hice un doctorado en las teorías más avanzadas y modernas que hay hoy en día sobre el Universo: Teoría de Cuerdas y Teoría M) me di cuenta de que cuanto más sabes, más preguntas surgen”, explicaba Yaiza Schmöhe Ollero en su carta de presentación.
Más de 17.000 aspirantes en España.
En España, la AXE Apollo Space Academy realizó la selección de aspirantes a través de una grandiosa campaña a través de internet y otros medios audiovisuales. Con 17.304 concursantes inscritos, comenzaron las pruebas de selección.
La primera de ellas consistía en diseñar un traje de astronauta que se sometería a votación pública y tras la cual quedarían 8.500 participantes.
En una segunda fase, la empresa realizó 3 preguntas que los candidatos debían de responder de forma original para llamar la atención.
«Aunque no se nos exigió demostrar conocimientos o capacidad intelectual, lo cierto es que la mayoría de finalistas éramos ingenieros, físicos, científicos, estudiantes o profesionales cualificados».
Solo 50 elegidos pasaron a la última criba, una fase de pruebas deportivas para medir la capacidad y la resistencia física. De ahí, 20 participantes pasaron a la gran final nacional.
La prueba del delito.
Con un gran despliegue de medios y aprovechando el atractivo turístico de la isla, Axe convocó la prueba final en el puerto de Ibiza.
Consistía en una «Blob jump», una atracción en la que el saltador se tumba en un extremo de una gran bolsa de aire mientras dos o tres personas -llamadas «jumpers»- se lanzan sobre el extremo contrario; el aire del interior se mueve violentamente catapultando a la persona que estaba tumbada al otro lado, que, finalmente, aterriza en el agua.
Según las directrices de la empresa, los concursantes debían ir ataviados con los trajes de astronauta que diseñaron al principio del concurso. El criterio para elegir al ganador se realizaría en base a la altitud del salto, al traje… y a otros aspectos que la organización considerara relevantes.
«Según me comentaron off the record, yo sería casi con toda seguridad la ganadora [por su peso]; me dijeron que no me lesionara ni me preocupara».
Todos los concursantes usaron casco y traje de seguridad, pero nadie revisó que estuvieran colocados de forma adecuada. La organización les explicó que podían ponerse el casco de astronauta que habían creado encima del de seguridad, algo que los participantes evitaron porque contradecía el sentido común.
La plataforma de salto iba a medir 5 metros de altura y sería accionada por el peso de dos saltadores, pero, en el último momento, la organización decidió elevar la altura de la torre de salto a 7 metros e incluir la fuerza de un tercer saltador; todo para conseguir que los finalistas alcanzaran mayor altura, que el espectáculo fuese más llamativo y que el impacto publicitario del evento fuera aún mayor.
Llega el momento de saltar.
Sin nada más que un puñado de recomendaciones, sin revisar los trajes y sin ningún tipo de ensayo, los concursantes comenzaron a saltar alcanzando una media de 8-9 metros de altura.
Con el taje y sin poder controlar los movimientos, los participantes chocaban de cualquier forma contra la superficie del mar y muchos de ellos necesitaron ser trasladados al hospital debido a las lesiones que les produjo la caída.
Sin embargo, en vez de rebajar las exigencias y hacer seguros los saltos para el resto de concursantes, las condiciones se mantuvieron hasta el final. Tampoco se les explicó que hubiera habido ninguna lesión entre los primeros saltadores, por lo que creyendo que era seguro, todos continuaron con el salto.
Eran las 11 de la noche cuando Yaiza, la última concursante, saltó a ciegas sobre el mar. Debido a su peso, la joven alcanzó los 12’5 metros de altura, el equivalente a un quinto piso.
«Yo soy muy deportista y estoy acostumbrada a hacer pruebas de altura, pero caer desde 12,5 metros a 57 km/h, a oscuras, sin visibilidad y de cara, es demasiado».
Completamente aturdida por el impacto, Yaiza salió a flote gracias al chaleco salvavidas. Una moto de agua la recogió y la trasladó a tierra mientras le preguntaba si se encontraba bien.
Puedes ver todos los saltos en este video, siendo Yaiza la última participante.
En el agua después de caer desde un quinto piso
Estaba en shock, no veía bien, la luz le hacia daño y se sentía desorientada. No ganó porque, a pesar de ser la que mayor altura alcanzó, no estaba en condiciones de ser expuesta ante el público.
Cuando recuperó el aliento, pidió ser atendida por el equipo médico; le proporcionaron un ibuprofeno para su ojo hinchado y la mandaron a descansar al hotel. De camino, dos enfermeras le recomendaron visitar el hospital general para descartar derrames internos.
Asustada por el comentario y sin el apoyo o interés de Axe, Yaiza se trasladó al hospital donde fue examinada. El TAC descartó el derrame, pero la inflamación del rostro continuó aumentado.
En el centro hospitalario, encontró a una compañera con una rotura de los ligamentos de la rodilla, a otra con 3 vértebras dislocadas y a un chico con puntos en la nariz. Sin duda, las chicas se habían llevado la peor parte debido a su menor peso.
Al día siguiente.
Disgusta y muy dolorida, Yaiza llega a Madrid, donde vuelve a ir al hospital para una segunda revisión. El nuevo TAC descarta el derrame una vez más, pero descubre 2 huesos de la cara fracturados: el suborbital y la lámina papirácea (bajo el ojo y junto a la nariz).
«Me operaron de urgencia y me pusieron una malla de titanio bajo el ojo, alrededor de la cual debía crecer otra vez el hueso. Y tuvieron que absorber las astillas del hueso e impurezas que cayeron dentro a la altura de mis mejillas por la fractura. Además, había sufrido un esguince cervical, un esguince de rodilla y lesiones en la espalda. Llevo más de dos años en rehabilitación, me quedan secuelas en la espalda y padezco diplopía: veo bien en posición primaria -de frente- pero doble a izquierda, derecha, arriba y abajo, porque el músculo bajo la malla se ha atrofiado. Ésta es la secuela principal y debido a ella estoy de baja desde entonces, pues necesitaría toda mi visión para trabajar y la diplopía me lo impide».
La batalla legal
Yaiza era profesora de física y química en el I.E.S. Sevilla la Nueva, cerca de su ciudad natal Villaviciosa de Odón. Sin embargo, desde el accidente no puede trabajar.
Antes era una persona fuerte y saludable que casi nunca tenía que ir al médico, pero el accidente lo ha cambiado todo. A las secuelas físicas hay que añadir el impacto psicológico que el accidente y la lucha legal contra Axe y Unilever le han ocasionado.
«El tema legal va muy lento. Ellos son Unilever y tienen los mejores abogados del mundo. He intentado contactar con ellos a nivel nacional e internacional y no me han hecho caso; tampoco a mi abogado […] El accidente me destrozó la vida. Quiero salir adelante, rehacer mi vida, pero es una lucha de David contra Goliath. No quiero desesperarme ni tirar la toalla, aunque es una situación muy dura que parece no tener fin».
La empresa argumenta que los participantes firmaron un contrato en el que aceptaban y declaraban conocer las pruebas; Yaiza y su abogado no lo consideran válido debido a la falta de información proporcionada y al cambio negligente de las condiciones del salto.
«Todo ello ha derivado en una comprensible frustración: acudo a terapia psicológica, rompí con mi novio tras 11 años de relación, estoy arruinada porque ya no cobro por mi baja laboral lo que al principio, sólo una pequeña cantidad que apenas me permite sobrevivir, los tratamientos son caros; el estrés emocional ha derivado en numerosas consecuencias físicas que me han llevado de hospital en hospital, de especialista en especialista, luchando contra diversas enfermedades, cuando antes era una persona fuerte y saludable que casi nunca tenía que ir al médico; tanto es así, que he debido pasar 3 veces más por el quirófano a causa del desplome de mi sistema inmune por todos los sufrimientos de los últimos años«.
Varios participantes han denunciado civilmente a AXE y Unilever por su negligencia, pero debido a que cada uno es de una región, lo han hecho por separado.
Yaiza es, además, la única que ha interpuesto una querella criminal para determinar los daños y perjuicios y la responsabilidad penal de los causantes.
«Creo que los responsables que decidieron anteponer los intereses publicitarios a la seguridad de las personas, deben darse cuenta de que han obrado mal; esto no se debe repetir».
Un futuro difícil
No nos corresponde a nosotros hacer juicios de valor, pero de confirmarse lo relatado por Yaiza, Unilever debería asumir su responsabilidad para con los afectados por su campaña.
Para Yaiza, su desarrolló laboral y personal se detuvieron tras el salto de AXE celebrado 22 de junio de 2013, un día fatídico que le cambió la vida.
Desde La Voz del Muro queremos desearle fuerza y ánimo para que continúe con su lucha y recupere pronto esa alegría que se observa en sus fotografías.
Os dejamos con su video denuncia y, si lo deseáis, no olvidéis ayudarla compartiendo su historia para una mayor difusión.
Fuente: envillaviciosadeodon.es
