Hervir un huevo puede parecer una de las tareas más fáciles de la cocina, pero, como cualquiera que lo haya intentado alguna vez sabe, no lo es en absoluto. Este puede terminar con trocitos de clara pegados en la cáscara, con la yema mezclada con la clara o incluso que no podamos llegar a despegar bien la cáscara del huevo sin destrozarlo.
He aquí el por qué: un huevo no es una sola cosa, son dos. La yema y la clara tienen dos composiciones diferentes y, por tanto, tienen que alcanzar temperaturas diferentes para llegar a su mejor consistencia.
«La temperatura adecuada para la clara del huevo es de 82ºC«, explica el chef estadounidense J. Kenji López-Alt en su nuevo libro de cocina The Food Lab: Better Home Cooking Through Science. Es entonces cuando la proteína de la clara del huevo se solidifica con firmeza, es decir, se vuelve sólida pero no pierde su textura suave y no se hace gomosa. 
Mientras que para la yema la temperatura ideal es 5 grados menor, 77 °С. A temperatura más alta la yema se vuelve seca y quebradiza y se pone de un tono desagradable gris verdoso. Y eso no es todo, también hay que tener en cuenta la cáscara.
Si ponemos el huevo en el agua hirviendo, la cáscara se romperá y la clara se volverá grumosa, mientras que la yema seguirá estando blanda. Y, si por el contrario, comenzamos a hervir los huevos a partir de agua fría, la clara se fusionará con la cáscara, provocando que sea muy difícil pelarlo.
Esta es la solución:
Para conseguir unos huevos perfectamente cocido, según el truco del chef J. Kenji López-Alt, hay que comenzar a cocerlos con el agua hirviendo.
Después ponemos los huevos, con cuidado de no quemarnos, en el agua y los dejamos durante unos 30 segundos más o menos. Acto seguido, para bajar ligeramente la temperatura, añadimos un poco de hielo al agua.
A continuación dejamos que el agua hierva de nuevo y cocemos los huevos durante 11 minutos. ¡Listo!
Con este truco tus huevos siempre estarán perfectamente cocidos y pelarlos no será una odisea. ¿Os ha funcionado?
Vía: Quartz
