Qué le ocurre a tu cuerpo al cumplir 30 años y cómo evitarlo

Publicado 9 septiembre, 2019 por admin
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treinta

 

 – ¿Cuántos años tienes?

– 31…

– ¡Anda! No los aparentas, aún eres joven…

Eso dicen, que aún eres joven, pero tú ya empiezas a comprobar que, desde que cumpliste los treinta, tu cuerpo te ha declarado la guerra.

Y es que la biología y la vida que nos hemos construido no van de la mano. Tu cuerpo sigue sin enterarse que ahora vivimos 80 años, y que somos jóvenes hasta los 50. ¡Maldita sea! La naturaleza nos hizo para vivir deprisa, procrear jóvenes y morir antes de ser un «madurito sexy». Esto es lo que te ocurrirá en cuanto cumplas treinta.

Di adiós a tu memoria

Si has logrado superar la maldición de los 27 y has cumplido más primaveras que Kurt Cobain o Amy Winehouse, tendrás que lidiar con tus primeras pérdidas de memoria.

El hipocampo, aquella región cerebral que almacena información a corto plazo, comienza a encoger a partir de la treintena. Así es como empiezan los despistes. No es ninguna demencia precoz, solo el irrefrenable proceso de envejecimiento. Momentos como los de ¿dónde dejé mi teléfono? ¿y las llaves? te complicarán puntualmente la vida, pero no te la arruinarán.

Tus recuerdos a largo plazo, sobre todo aquellos importantes, perdurarán. Sin embargo, estos empezarán a dulcificarse, magnificarse y a volverse endiabladamente hermosos.

Así que aquella fiesta en la que conociste a tu media naranja, después de que dos chicas te rechazaran por tu embriaguez, terminará por convertirse en una historia tal que: «tu abuela estaba preciosa cuando la conocí. Parecía un ángel en mitad de la pista y ¡cómo bailaba! Solo tenía ojos para ella…»

Y «hola» a tus primeras arrugas.

Tu piel no está ahí para que puedas verte genial. Está para salvarte la vida y protegerte de esa bola de energía termonuclear que llamamos Sol, así como del resto de inclemencias.

Con el tiempo, el proceso regenerador falla y la obsolescencia natural programada de nuestro cuerpo empieza a hacerse patente en forma de arrugas, manchas y pérdida de elasticidad.

Aprenderás qué es en verdad la gravedad

gravedad

La gravedad siempre había sido una fórmula matemática extraña, pero por primera vez sentirás sus efectos en tu cuerpo. La pérdida de firmeza de la piel ya no compensa su fuerza y descubrirás que todo comienza a caer.

Aún falta tiempo para que nuestra piel toque fondo, pero si te miras al espejo podrás ver que ya no eres un veinteañero. El volumen en mejillas y pómulos comienza a decrecer, mientras que la caída de las cejas y los párpados aumenta.

Haz la prueba, coloca tus manos en las mejillas y estíralas hacía la nuca… «Hola jovenzuelo, ¿dónde habías estado?»

Si no usas gafas a los 30, puedes estar de enhorabuena

Has perdido un montón de agudeza visual. Concretamente tres dioptrías de potencia por década, es decir, tienes la mitad de enfoque que un niño de 10 años, y por eso ya no puedes jugar a la gameboy como entonces.

Leer empieza a cansar y trabajar 8 horas frente a la pantalla del ordenador pesa. También fabricas menos lágrima, por lo que tu ojo se resiente mucho con la calefacción y los aires acondicionados.

Se llama presbicia y solo irá en aumento con los años. De hecho, el término proviene del griego y significa, literalmente, anciano. 

Malas noticias, ganas peso y te vuelves lento

Nunca volverás a correr como hacías antes o, mejor dicho, a alcanzar la resistencia que hubieras tenido si hubieras corrido a los 20, en vez de disfrutar de los botellones y la juventud. Pero oye,  ¡que te quiten lo bailado!

Debemos saber, eso sí, que nuestro metabolismo se ralentizará al llegar a los 30. Eso significa que nuestro cuerpo gastará menos calorías estando en reposo, con lo que sino rebajamos las cantidades de comida que ingerimos, se traducirá en un incremento de peso directo.

Todo ello viene acompañado por un declive de la capacidad pulmonar, la resistencia muscular, la elasticidad y la fuerza. Tu reflejos también se verán mermados y, en general, serás una copia más lenta de ti mismo.

¿No me crees? ¡Piensa! ¿Por qué crees que los deportistas de élite se retiran jóvenes?

Y si eres hombre… también empezarás a perder mucho pelo

Aquella melena alocada y juvenil irá convirtiéndose, poco a poco, en el típico peinado de treinteañero.  En el mejor de los casos presumirás de entradas y, en el peor, de una calva peinada con bisoñé. Si se diera este último caso, ¡por favor, deja de resistirte y rápate! 

A partir de los 30 tu cuerpo segregará más testosterona, convirtiendo gran parte de ella en DHT, la hormona responsable -entre otras cosas- de que tu pelo desaparezca de tu cabeza y comience a aparecer en rincones tan antiestéticos como la espalda, la nariz o las orejas.

Tendrás las peores resacas del mundo

Por si quedarse progresivamente ciego, torpe, gordo y arrugado no fuera suficiente, también empezarás a notar que el alcohol ya no sienta tan bien como antes. Y es que ahora una noche de borrachera precede a tres días de resaca horribles.

Esto ocurre porque, a partir de los 30, tu hígado se vuelve menos eficaz a la hora de descomponer venenos y desintoxicar el cuerpo. Así que si bebes como un jovenzuelo, penarás al día siguiente.

¿Y qué puedo hacer para detenerlo?

humor

Lo siento, no hay nada que puedas hacer. Es imposible detener el proceso de envejecimiento. Lo mejor es que lo aceptes y te lo tomes con humor para envejecer dignamente. Eso incluye dejar de comprar ropa en la sección juvenil de Bershka.

Dicho esto, también es cierto que no todas las personas envejecen al mismo ritmo, a pesar de tener la misma edad. Eso es porque existen ciertos hábitos que pueden ayudar a mejorar nuestra calidad de vida.

La alimentación es uno de los más importantes. Una dieta rica y variada, con pocas grasas saturadas y mucha fruta y verdura, nos ayudará a mantener la línea y la firmeza de la piel durante más tiempo. Es fundamental evitar los azúcares, la bollería industrial y los alimentos procesados. Si quieres llegar bien a los 40, aprende a cocinar por ti mismo.

También deberías ingerir menos alcohol y, por supuesto y ante todo, dejar de fumar. El tabaco es mortal y acelera bastante el proceso de envejecimiento, ya que daña el colágeno y la elástica que, a su vez, puede dar lugar a la formación de arrugas profundas. Los dientes y las encías sufren especialmente con el tabaco, pudiendo amarillear el esmalte o hacer que perdamos sujeción de nuestra dentadura.

El cuerpo es una máquina y como cualquier aparato que no se usa, se deteriora. El ejercicio físico nos ayudará a compensar la quema de calorías en reposo, tonificará nuestros músculos, protegerá nuestras articulaciones y aumentará los reflejos y la resistencia.

Fundamentales serán los estiramientos tras el deporte o al comienzo del día. Un hábito que nos permitirá seguir siendo ágiles y flexibles, así como evitar dolores.

Por último, ordena tu cabeza y vive sin estrés. No solo es la clave para envejecer bien, sino para envejecer feliz.

Fuentes: revistagqhealthywomen.org, collective-evolution

 

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