Se casó con un anciano por su dinero y tras la muerte de este se lleva una gran sorpresa

Publicado 18 mayo, 2017 por admin
PUBLICIDAD

El amor es ciego pero la codicia no y, de tanto en cuando, ambos se confunden y resultan muy difíciles de distinguir. Así ocurrió con nuestros protagonistas de hoy, una pareja extraña y diametralmente opuesta, que se vio envuelta en la polémica debido su diferencia de edad y clase económica. 

El matrimonio formado por Sandrine Devillard y Marcel Amphoux, un ermitaño multimillonario 25 años mayor ella, generó un gran revuelo en Francia

Amigos y familiares acusaron a su joven esposa de manipular a Marcel para hacerse con su fortuna

La prensa los llamó: «La Dama y el vagabundo» –parodiando el gran clásico Disney- y la opinión pública se cebó opinando sobre su historia de amor

Sandrine había sido modelo en su juventud y tiene un gran gusto por el lujo y la moda. Tras la boda, se trasladó a vivir con él, pero se ausentaba con frecuencia a la ciudad, donde se encargaba de dirigir los negocios de Marcel

Marcel era un excéntrico millonario, pero no de esos que alardean de su fortuna. Al revés, le gustaba vivir como un ermitaño en una casa sin electricidad en la montaña y, a pesar de tener dinero, le faltaban unos cuantos dientes

A pesar de las habladurías, la pareja contrajo matrimonio en 2011

No pegaban para nada y todos creían que él había perdido el juicio

Solo un año después de contraer matrimonio, Marcel murió en un accidente de coche en el vehículo de un amigo de la pareja

Esto no hizo más que reavivar las historias sobre su romance y la conveniencia de su muerte, tildando a Sandrine de viuda negra.

No sabemos si Sandrine iba realmente en busca de su dinero, pero ahora sabemos que Marcel no estaba demente. De hecho, era muy listo…

Tras la boda Marcel modificó su testamento, legando todos sus bienes y posesiones a familiares y vecinos del pueblo de su prima.

Su esposa no sacaría ni un euro del reparto. Ni si quiera la casa familiar, los negocios o alguna de las propiedades que Marcel tenía, valoradas en cientos de miles de euros. 

Sorprendida o decepcionada, quien sabe, Sandrine trató de anular el testamento

Pero el alto tribunal francés ha determinado que el testamento es auténtico y perfectamente legal. No le corresponde nada

Todos aquellos que tildaban a Marcel de pobre idiota han tenido que tragarse sus palabras… Y es que quien ríe el último, ríe mejor.

PUBLICIDAD
Otros artículos de esta categoría...