Que nuestro querido automóvil sufra un arañazo es una de esas cosas inevitables en la vida. Lo limpiamos con mimo, tenemos cuidado a la hora de aparcarlo y nunca dejamos que lo conduzca otro. Pero el día menos pensado te encuentras con que un vecino te ha hundido la puerta sin miramientos.
A más de uno nos ha sucedido algo parecido y las dos únicas soluciones posibles que se nos ocurrían eran llevarlo al taller a cambiar la puerta (cosa que no es barata) o dejarlo como está. Pero hay una tercera solución bastante creativa y que se le ocurrió al protagonista de nuestra siguiente historia.
Cuando fue a recoger su automóvil del lugar donde lo había estacionado se encontró con la siguiente imagen:
No es difícil imaginarse lo que ha sucedido aquí. Bien, la opción más viable era la de llevar el vehículo al taller y arreglar la puerta. Pero el mecánico en cuestión se encontraba de vacaciones, por lo que el dueño del coche tendría que aguantar un poco más hasta poder arreglarlo.
En un cúmulo de coincidencias, nuestro protagonista también tenía pensamiento de dirigirse a algún lugar de las montañas de Altai para descansar unos días. Por lo que no tendría más remedio que lucir el arañazo durante un tiempo.
En medio de su viaje hacia esta cordillera le vino una imagen, un soplo de inspiración que podría arreglar, o por lo menos disimular, su problema con la puerta arañada.
Entró en una tienda a mitad de camino y compró un rotulador permanente. Se sentía entusiasmado con su idea e iba a aprovechar una mala situación, como era la de la puerta abollada, para convertirla en algo espectacular.
Dicho y hecho, con un poco de pulso firme convirtió las formas arrugadas e imperfectas del arañazo en un dibujo de las montañas de Altai. Además, el hecho de aprovechar los desperfectos y las abolladuras le dio un aspecto tridimensional.
Tal vez no sea la solución perfecta o ideal para muchos, pero a nosotros nos encantaría llevar un coche con este dibujo.
Fuente: Fishki, artículo por La Voz del Muro
