Los motoristas norteamericanos tienen fama de ser gente ruda, con pocos modales y muy mal genio, que suelen pasar la vida peleando de bar en bar. Sin lugar a dudas, Hollywood tiene la culpa de este y otros tantos prejuicios.
Obviamente los motoristas son personas normales con la misma capacidad de amor y respeto que todos los demás. Si me apuras, incluso se podría decir que muchos de ellos sienten un gran amor por la naturaleza y son mucho más respetuosos con el medio ambiente que cualquier hombre de negocios trajeado.
En cualquier caso, generalizar es sinónimo de equivocarse, y aquí os traigo una prueba.
El gatito motorista.
Los tipos duros también tienen su corazoncito, y son tan generosos como los demás.
Pat Doody es un joven motorista de 32 años que encontró un pequeño gatito abandonado en uno de sus viajes.
Al llegar a una gasolinera de Nevada, Estados Unidos, Pat escuchó un maullido lastimoso mientras descansaba.
Entonces descubrió un diminuto gatito que, confiado, se dejó alimentar. El animal estaba desnutrido y débil, pues tenía varias quemaduras en su piel y boca.
Inmediatamente Pat decidió cuidar de él. Lo metió en su chaqueta y prosiguió con su travesía.
Durante el viaje, todos los motoristas disfrutaron de la compañía del nuevo miembro.
Todos los compañeros lo alimentaron, cuidaron y jugaron con él.
En la primera población, Pat visitó el veterinario más cercano. Tras revisar su salud, lo adoptó oficialmente y lo llamó Party.
Hoy, las heridas de Party han sanado y ambos están muy unidos.
Aunque residen en Nueva Yersey, Patt y Party continúan viajando juntos por carretera.
Fuente: Boredpanda.com