10 cosas que hacen tu vida mucho más difícil de lo que debería ser

Publicado 30 junio, 2019 por admin
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Estar siempre con una actitud negativa, pensando mal o tratando de verle el lado malo a todo no trae más que problemas. Compararse o sentirse amenazado solo porque creamos que nos están intentando ofender, es parte de este gran error al afrontar la vida. Nos empeñamos en complicarlo todo dando importancia a cosas que no la tienen o no viendo lo que no queremos.

Es simple, puede que no sepamos la fórmula correcta pero de seguro conocemos lo que no va bien. Hay que dejar fuera lo que no funciona, lo que empeora las cosas y nos hace sufrir por tonterías.

He aquí diez cosas en las que caemos a menudo y que no nos benefician para nada en nuestro día a día

Ponerle «intención» a todo lo que puede ser involuntario

Cualquier hecho puede ser una excusa para ofenderse. Que tu compañero de oficina se vaya a comer sin ti, que no te contesten un mensaje o cualquier cosa en realidad. ¿Por qué otorgarle una mala intención a acciones como esas que de otra forma podrían ser inocuas? La gente feliz no hace eso, no se toman las cosas personalmente. No atribuyen intenciones a las acciones involuntarias de los demás.

Compararnos constantemente con los demás es absurdo

Lo hacemos con frecuencia. Miramos a nuestro alrededor y pensamos, «esas personas se lo están pasando mejor, o aquel tiene un coche mejor que el mío». No lo hagas, para de una vez porque no tiene sentido. Recuerda lo que dijo Teddy Roosevelt: «la comparación es el ladrón de la alegría».

Eres el protagonista de tu propia película

No es de extrañar que nos creamos el centro de todo, a fin de cuentas somos quienes estamos experimentando todo. Somos quienes estamos escribiendo el guión. Lo malo es que cuando se nos tuercen las cosas, la película está en ruinas y pierde su guión.

No hace falta ser tan extremistas, está bien dar oportunidad a otros protagonistas o otros papeles secundarios, e incluso otros giro de trama. No pasa nada.

No querer ver

Algunos obstáculos son demasiado difíciles de superar, lo mismo que cuesta mucho esfuerzo trabajar en pro de la felicidad. Pero simplemente hay que ajustar el punto de vista, y mirar más allá, e incluso tomar un enfoque positivo.

Todo nos lleva al Apocalipsis

Muchas veces, nuestra mente lucha innecesariamente de más. Se pone a pensar y transforma cosas sencillas en complicadas, normales en absurdas. Un dolor común pasa a ser cáncer, o el carnet de conducir perdido lo ha encontrado una mafia, por ejemplo. Hacer esto solo lleva a ser negativos y que esa negatividad genere más negatividad.

No correr riesgos

Cada vez que nos toca correr algún riesgo nos quedamos paralizados. Solo cuando todo ha pasado y sale bien nos alegramos de haber arriesgado en caso de haberlo hecho. No esperes a tener que verlo con distancia, enfrentarse a los retos es mejor que arrepentirse de no tomar riesgos.

Tener expectativas poco realistas

Esperar respuestas, actitudes o situaciones que no tienen porqué darse es un error. Estar pendiente de cosas así consigue que seamos mucho más infelices. Reducir al mínimo las expectativas, es maximizar nuestra alegría.

Dejar que nos roben tiempo

Si tuviéramos un millón debajo del colchón estaríamos siempre pendientes de protegerlo y asegurarnos de que sigue ahí. Pero todos tenemos algo más valioso que el dinero, el tiempo. Y sin embargo no hacemos nada para protegerlo de personas egoístas, negativas, o aquellas que no se callan. Trata tu tiempo mejor que tus ingresos, compártelo con aquellos que lo merecen y lo respeten.

Esperar una señal

Si estamos constantemente paralizados en base a una señal para continuar nuestro destino estamos perdidos. Hagamos lo que tengamos que hacer, ayudemos al destino en lugar de buscarle excusas al día a día.

Ser un «tomador»

Una postura ante la vida es la de «dar». Decimos unas palabras amables, ayudamos, o incluso hacemos de voluntarios. Animamos a otros y nos alejamos de lo negativo. Esas personas son «dadores», y son felices. A los que actúan de forma opuesta se les puede llamar «tomadores», y suelen ser miserables.

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