12 secretos que los empleados de las funerarias se guardan para ellos mismos

Publicado 25 noviembre, 2019 por Vanessa P.
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Trabajar en una funeraria es algo muy controvertido socialmente. Alguien tiene que encargarse de acompañar a los difuntos y a sus familias en el camino hacia el más allá y organizar las ceremonias de embalsamamiento, incineración y preparación del cuerpo.

En todas las profesiones hay secretos y anécdotas, pero las que se dan en el entorno funerario son de las más divertidas, escalofriantes e incluso sorprendentes de todas. A continuación, te traemos doce de los secretos que los empleados de las funerarias se guardan para sí mismos.

1. Los trabajadores de las funerarias conducen furgonetas pequeñas

El motivo por el que no ves a los fallecidos siendo recogidos por los servicios de la funeraria en tu vida diaria es porque son muy sigilosos. Normalmente, los cuerpos se transportan en pequeñas furgonetas, los coches fúnebres solo se utilizan para las ceremonias.

2. En ocasiones necesitan hacer un pequeño viaje a la ferretería

Cuando los métodos comunes que utilizan los trabajadores de la funeraria para mantener los ojos y la boca del fallecido cerrados no son suficientes, el súper glue es la clave. El pegamento también se utiliza en el ámbito funerario para tapar las cicatrices de agujas que se hayan quedado tras coser un cadáver.

Otro truco que utilizan es que cuando quieren que los brazos del fallecido se queden sobre el abdomen, con las manos cruzadas, pero éstos no paran de caerse hacia los lados, agarran los pulgares de ambas manos del difunto con un coletero.

3. A veces los féretros explotan

La acumulación de gas metano en el féretro una vez se encuentra el cadáver descomponiéndose dentro crea lo que los profesionales de la industria denominan el «síndrome del ataúd explosivo.» Cuando se da este fenómeno, el gas metano provoca que las tapas de los ataúdes y las puertas de las criptas salgan disparadas.

Para evitarlo, algunos fabricantes han agregado a los ataúdes un sistema que permite que se queden perfectamente sellados. Aún así, en el cementerio, después de que la familia abandone el lugar, se abren los féretros de manera rutinaria para evitar la acumulación de gases dentro de ellos. El personal también puede dejar los ataúdes desbloqueados, sin sellar del todo, para permitir que no se concentre el metano dentro.

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4. El peligro de dejar un marcapasos dentro del cuerpo tras la autopsia

Si se deja un marcapasos en un cuerpo tras la autopsia, cuando se incinera puede explotar y causar graves daños a la máquina de incineración. Por ello, estos artefactos son retirados antes de la cremación.

5. Es imposible que te entierren bajo un árbol

A algunas personas no les agrada la idea de ser embalsamadas o incineradas después de su fallecimiento. Otras tienen preocupaciones ambientales. Por ello, eligen un entierro ecológico. Influenciadas por la idea romántica de ser enterradas bajo su árbol favorito, desconocen el daño que haría esto al árbol.

Según los expertos, un cuerpo debe ser enterrado al menos a cuatro pies de un árbol para proteger sus raíces. Que entierren un cadáver justo bajo un árbol no es lo más ecológico. Sin embargo, lo que se puede hacer es plantar un árbol o arbusto nuevo encima de una tumba tras un entierro. De esta manera, las raíces crecerán sobre el cuerpo y no quedarán afectadas.

6. Tu prótesis de cadera puede terminar convirtiéndose en una señal de tráfico

Las familias de los difuntos pueden solicitar después de la cremación las prótesis médicas que fueron utilizadas en los cuerpos de sus familiares, pero en la mayoría de los casos no lo hacen. Los implantes de cadera y rodilla suelen terminar fundidos y reciclados en forma de señales de tráfico y piezas de automóviles, entre otras cosas. Los implantes mamarios, por otro lado, se derriten durante la incineración.

7. Se puede omitir el proceso de embalsamamiento

Las tarifas asociadas con el embalsamamiento, la preparación y el transporte del fallecido realmente acaban sumando una cantidad bastante alta de dinero. Siempre que se planifique la cremación o el entierro poco después del fallecimiento del ser querido, puede tomarse la decisión de no embalsamar el cuerpo para ahorrar en gastos.

8. Hacerse con un ataúd protector no merece la pena

A pesar de que tienen un coste más elevado que los ataúdes comunes, los féretros con juntas de goma selladas al vacío no reducen la descomposición del cadáver. Al contrario, estas condiciones en realidad aceleran la descomposición debido al crecimiento de las bacterias anaerobias. Estas bacterias pudren el cuerpo transformando sus partes blandas en papilla e hinchando el cadáver con gases malolientes, como el ya mencionado gas metano.

Como los ataúdes se abren de manera rutinaria en el cementerio para aliviar la acumulación de gases, tampoco es necesario invertir en un ataúd protector más costoso que uno normal.

9. Existen los ataúdes low-cost

Probablemente no encuentres las opciones más baratas de féretros en la sala de exposiciones de la funeraria, pero a veces los directores guardan los modelos más económicos en el sótano o en una sala apartada. Probablemente, los trabajadores funerarios no querrán que compres un ataúd de bajo precio, pero de todos modos debes considerarlo entre tus opciones.

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10. Los funerales no son una celebración barata

De media, un funeral cuesta 3000 euros, aunque todo depende del presupuesto de la familia del fallecido, y de los servicios que se elijan. Además, no es un servicio cubierto por la Seguridad Social, así que deben pagarlo completamente los familiares del difunto, salvo que éste haya tomado otras medidas antes de fallecer.

11. En las funerarias también se cometen errores

Los trabajadores de las funerarias cometen errores, como todo el mundo. En una ocasión, una empleada recogió a una anciana que dormía plácidamente en su cama, en lugar de al esposo de ésta, que yacía sin vida en la habitación de al lado. Debió ser un momento muy embarazoso, pero al menos no fue más allá y la señora pudo continuar con su vida.

12. En ocasiones, los cuerpos no caben dentro del ataúd

A menudo, la rigidez cadavérica obliga a los trabajadores de las funerarias a romper los huesos de los cuerpos para meterlos en el ataúd. En muchas ocasiones, los huesos rotos son los omóplatos o los dedos, que tienen que ir entrecruzados sobre el abdomen del difunto.

Fuentes: mentalfloss.com, southernliving.compausecafein.fr foto de portada lacrimis.tumblr.com

 

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