Hay muchas cosas que dimos por sentadas cuando nos las explicaron en el colegio. Sin embargo, no todas son exactamente así, e incluso podrían estar equivocadas. Conozcamos un poco mejor nuestro planeta desmitificando estas creencias erróneas:
Realidad: técnicamente, la montaña más alta del planeta es el Mauna Kea, en Hawaii. Su altura es de 10.203 m, aunque la mayor parte de la montaña está oculta bajo el agua.
Realidad: esto es falso, más que nada porque la muralla solo tiene unos 6 metros de ancho.
Realidad: el desierto más grande del mundo es la Antártida, con un área que ronda los 870.000 km cuadrados, sin precipitaciones en algunas de sus áreas desde hace dos millones de años.
Realidad: no es el agua, sino los minerales que se encuentran en ella quienes conducen la electricidad. Por tanto, el agua destilada no conduce la electricidad.
Realidad: El Big Ben realmente es la campana de la torre que marca las horas. La torre verdaderamente se llama San Esteban.
Realidad: falso. Para que os hagáis una idea, en la torre Empire State Building caen 25 rayos de media al año.
Realidad: El diamante es el material más duro (resistencia de una superficie al rayado), pero no el más tenaz. De hecho, pueden romperse sin demasiada dificultad golpeándolo con un martillo normal.
Realidad: sobre la tierra sí, pero no del planeta. La cascada más alta se encuentra en las profundidades del estrecho de Dinamarca, con una altura de 3.505 m.
Realidad: en el desierto de Namibia, África, existe una especie de planta llamada Welwitschia mirabilis, de la que se cree que absorbe el agua a través de estructuras peculiares en sus hojas que le sirven para aprovechar el rocío nocturno.
Realidad: en Reino Unido llueve más uniformemente durante todo el año (500 mm), mientras que aunque en Italia las lluvias se concentran mayormente en otoño e invierno, llueve mucho más. Roma registra 760 mm, Milán 1000 mm, y Génova 1.100 mm.
Realidad: El río más largo es el Amazonas, con 7.100 km, superando al Nilo hasta en 400 km.
Realidad: el lago más salado es el Don Juan, en los valles secos de la Antártida. El agua es tan salada que rara vez se congela, a pesar de los -50 ºC que se alcanzan.
Realidad: al parecer pesan, y no poco. De hecho, el elefante es una de las unidades de medida más populares cuando de pesar nubes se trata. Según el Centro Nacional para la Investigación Atmosférica de Boulder, Colorado, un cúmulo medio pesa alrededor de 100 elefantes, mientras que las grandes nubes de tormenta pueden tener el peso de hasta 200.000 ejemplares.
Vía: okok.life, traducción y adaptación por La Voz del Muro
Este artículo fue modificado el 28 julio, 2018 8:36 am