El miedo a lo desconocido es una variable que se ha repetido siempre a lo largo de la historia, como cuando Wan Hu, considerado el primer astronauta de la historia, intentó viajar al espacio exterior y todo el mundo estaba aterrorizado por su excéntrica idea.
Sin embargo, no me refiero a ese tipo de miedo, sino más bien al que supone cambios considerables para la sociedad. Hace apenas 100 años, muchos hombres temían lo que podría suceder si las mujeres acudían a las urnas a expresar libremente sus opiniones y votar, aunque como ya hemos visto esto sigue sucediendo en algunos países. Muchos se aventuraron a predecir un terrible futuro, en el que los hogares quedarían sin vigilancia, los bebés serían desatendidos y, lo peor de todo, que los hombres sufrieran abusos de sus esposas.
En Estados Unidos, la Decimonovena Enmienda extendió el sufragio a las mujeres, propuesta el 4 de junio de 1919 y ratificada el 18 de agosto de 1920. Afortunadamente ellas acudieron a votar y esta arcaica mentalidad consiguió dar un giro de 360 grados. Aunque machistas y retrógrados, estas postales vintage de la época ilustran perfectamente todos esos miedos que os comentaba más arriba:
Aquí, la sufragista es retratada como un hombre, salvo por la ropa doméstica de mujer.
Un tema común en estas postales anti-sufragio, donde las mujeres amenazan con violencia hasta que consiguen lo que quieren.
Nos hierve la sangre solo con verla y nos genera risa por todos aquellos hombres que pensaban que se acercaba el fin del mundo por tener que cuidar de sus hijos. Triste, pero cierto.
Las mujeres que deseaban tener de su derecho a voto eran vistas como unas abusivas de cuidado.
Aquí vemos retratado a un hombre que está siendo regañado y ridiculizado por su mujer sufragista.
Un bebé llorando porque su madre quiere igualdad de derechos.
¡Que tierna y misógina postal de San Valentín que no dice nada sobre el sobre el amor!
El hombre malhumorado haciendo las tareas del hogar, incluido cocinar, porque su mujer es la presidenta.
Otra mujer siendo abusiva ante la idea de que su marido quiera divorciarse de ella por exigir sus derechos.
Eran vistas como si, además del voto, quisieran tomar las riendas de todo. De ahí que se las pinte con pancartas que anuncien que «quieren los pantalones».
La amenaza de la violencia se cierne nuevamente sobre el marido.
Un hombre es «humillado» porque tiene que cuidar de sus hijos mientras su esposa protesta por el derecho a voto.
El esta postal, el marido no es otro que el pelele de las mujeres mientras ellas se divierten.
Los sufragistas anti-mujeres también se las ingeniaban para hacer juegos de palabras.
Este artículo fue modificado el 8 enero, 2019 7:33 pm