El diseño inunda nuestras vidas aunque no nos demos cuenta. Absolutamente todo lo que tocamos, vemos o utilizamos ha pasado por un proceso de ideación, diseño y verificación previo. Algunos objetos están pensados para que prime su funcionalidad, otros su estética. Para que sea un buen diseño la balanza debería inclinarse hacia lo primero, aunque sin descuidar lo segundo.
Y es que cuando algo no funciona como es debido, nos damos cuenta rápido. Por muy bonito que pueda ser un exprimidor de naranjas, por ejemplo, si a la hora de la verdad no exprime naranjas, no lo queremos para mucho.
Pero ¿qué pasa si cuando después de todo el trabajo realizado el diseñador se da cuenta de que algo no cuadra en lo que acaba de crear? En este caso hay 2 caminos posibles, rehacerlo todo hasta que quede bien o dejarlo como está y rezar para que nadie se de cuenta.
Hoy os traemos unos cuantos ejemplos de gente que se inclinó por la segunda opción. Dejaron las cosas como estaban y se lavaron las manos. Os presentamos los diseños más desastrosos y cutres de los últimos años.
Está claro que esta gente le importaba muy poco que su trabajo quedara bien o mal.
Artículo creado por La voz del muro
Este artículo fue modificado el 21 febrero, 2019 12:10 pm