Nuestro comportamiento con los demás seres vivos del planeta es, en muchas ocasiones, ridículo, cruel y fuera de lugar. Esta conducta se acentúa especialmente si hablamos de nuestra interacción con animales.
Con poco o nulo respeto por ellos en algunos sectores, los humanos nos creemos dueños y señores de cuanto nos rodea. Con plena libertad para disponer de sus vidas (porque no olvidemos que son seres vivos que sienten y padecen) la humanidad perpetra constante atrocidades contra el mundo animal.
En la mayoría de las ocasiones estos actos los tenemos tan normalizados que no los concebimos como una barbarie. Hoy os traemos una serie de ilustraciones que invierten los papeles de estas costumbres.
En un tono de humor negro en algunas ocasiones y de sátira y crítica directa en otras, estás ilustraciones nos harán ver todos estos actos desde una perspectiva diferente.
La inversión de los roles entre humanos y animales da lugar a algunas imágenes un tanto perturbadoras, mientras que en otras ocasiones tan solo son divertidas.
El «cuerno de humano» tiene poderes mágicos…
Ahora la «fiesta nacional» no parece tan divertida ¿no?
Así no puedes sentirte uno más de la familia
Modas absurdas, se mire por donde se mire
Intentando justificar el sufrimiento
A veces escuchamos lo que queremos escuchar
La cosa cambia bastante cuando los papeles se invierten
Amuleto de la muerte
Experimentación en animales
Así funcionan los reclamos para cazadores
Seguro que habéis escuchado la noticia del delfín que murió porque unos bañistas querían hacerse fotos con él
Bolso de piel humana, lo último en la pasarela Cibeles
Modas macabras
Un restaurante japonés cualquiera en un mundo paralelo
¡Arre caballito!
«Y este humano lo he pescado en medio del atlántico»
Foto de trofeo
«Tranquilo señor, nosotros le bajaremos del árbol»
Di ¡no! a los circos con animales
«A sombreros ridículos no me gana nadie»
Mientras, en el mundo al revés…
Trofeos de caza
¡A cenar!
Pitas pitas pitas
El zoo humano
Fuente: Bored Panda, Artículo y traducción de las imágenes por La Voz del Muro