Hace no mucho, la enfermedad mental era tan desconocida y dolorosa que los médicos utilizaron todo tipo de terapias y remedios con intención de curarla. Algunos de ellos tremendamente crueles y salvajes.
Los médicos trataron de curar y reducir los síntomas de ciertas enfermedades mentales, como la esquizofrenia, induciendo el coma a los pacientes inyectándoles grandes dosis de insulina. El tratamiento duraba pocas semanas pero muchos pacientes despertaban con daños cerebrales severos.
Tan horrible como suena. Como tratamiento para la depresión se limitaba o impedia dormir a los pacientes durante una o varias noches, lo que en teoría mejoraba su estado de ánimo. Si bien al terminar la vigilia y descansar una noche completa el carácter mejoraba era muy pasajero y se producían alteraciones en el sueño que podían arrastrase durante semanas.
Muy popular en la Edad Media, la trepanación consistía en perforar y realizar un agujero en el craneo del paciente para airear y purificar la materia cerebral. En teoría curaba cualquier enfermedad mental, pero lo cierto es que la gente moría por infecciones de forma fulminante.
Muchos encontramos relajantes los baños de agua caliente, sobre todo si incluyen chorros de agua e hidromasaje. Sin embargo, a finales del siglo XIX la hidroterapia se convirtió en una especie de tortura. El agua estaba muy caliente y la presión muy fuerte, con lo que se pretendía cansar al paciente y provocar una bajada de tensión que lo relajara y volviera dócil. Muy usado en sanatorios psiquiátricos.
Igual de horrible que la caliente, la fría se utilizaba para sacar del letargo a los enfermos. El problema era que, si se abusaba de ello, podían sufrir congelación e hipotermia.
Durante los años 70 en Estados Unidos se practicó la esterilización sistemática de todas las personas con discapacidad mental o enfermedades hereditarias como la esquizofrenia.
A principios del siglo 20, el psiquiatra Henry Cotton afirmaba que todas las enfermedades mentales eran en realidad un reflejo de infecciones no tratadas y ocultas por todo el cuerpo. ¿Su solución? La bacteriología quirúrgica, es decir, estirpar diversos órganos a los pacientes con la esperanza de que mejorarán de sus dolencias mentales por sí mismos.
A principios del siglo XX los médicos descubrieron que la fuerte fiebre provocada por la malaria era capaz de matar las bacterias de la sífilis. Se intentaba paliar una de las consecuencias de dicha enfermedad, el daño cerebral. Así fue como se comenzó a inyectar malaria a estos pacientes, muriendo alguno de ellos durante el proceso.
Aún en uso, el electroshock consiste en provocar una serie de espasmos y convulsiones a través del paso de la corriente eléctrica por el cuerpo con la intención de mejorar el ánimo y curar la depresión. Sin embargo las primeras maquinas no controlaba el flujo de corriente y se corría el riesgo de dañar al paciente e incluso provocarle un paro cardiaco.
Fuente: boredomtherapy.com
Este artículo fue modificado el 28 julio, 2018 8:52 am