De entre todos los paraísos terrenales que hemos visto, las Islas Feroe son uno de mis preferidos. Si recordáis, en este maravilloso archipiélago del Atlántico ya vimos que existía un lago cristalino que proyecta una ilusión óptica digna de ver. Hoy os mostraremos otra de sus peculiares y sorprendentes islas: Lítla Dímun.
Una de las cosas que hacen tan especial a este enorme peñasco en mitad del océano, es que siempre suele tener una nube lenticular sobre su cumbre, dando lugar a una imagen postal fantástica. Pero ahí no termina la cosa:
Aunque es la isla más pequeña de las 18 que componen las Islas Faroe, un pequeño archipiélago situado entre Noruega, Escocia e Islandia, Lítla Dímun es bastante peculiar
La isla tiene el rango de región autónoma de Dinamarca y es bastante característica, sobre todo por su forma de pirámide que complica mucho su acceso, el cual es viable mediante la colocación cuerdas en los acantilados meridionales, donde el desnivel es algo menos abrupto
Otra curiosidad, además de las características nubes que coronan su cima, es que ninguna población humana ha habitado jamás sus tierras, salvo la comunidad de ganado ovino que reside allí desde tiempos inmemoriales
El desnivel es tal, que resulta imposible que un ser humano encuentre acomodo allí. De hecho, los ganaderos que tienen allí sus rebaños fueron los que colocaron las cuerdas en acantilados y pendientes para no despeñarse
Al llegar el otoño, y si el tiempo lo permite, los ganaderos acuden a la isla para empujar a sus rebaños a la parte norte y capturar 15 de los 200 ejemplares que después serán vendidos en el continente
La hostilidad de la madre naturaleza y el clima obligaron a la corona danesa a poner la isla en venta, pues no veían cómo sacarle provecho. Desde entonces ha tenido varios propietarios, siendo la única isla privada de las Faroe
Pero en Lítla Dímun no solo hay ovejas. Sus abruptas paredes, fruto de la erosión, han servido para alojar colonias de aves marinas tales como el paíño europeo y el frailecillo común
En verano se realizan un par de excursiones a la isla en barco desde Suðuroy, pues se ha convertido en un enclave de turismo ecológico de mucho éxito
El mayor atractivo que ofrece es la aventura de subir por las cuerdas para acceder hasta a ella y poder contemplar el amanecer o el atardecer desde sus escarpados acantilados, siempre que el tiempo lo permita. A estas excursiones no se permite llevar alcohol, aunque me imagino que todos habréis deducido por qué
En el siguiente vídeo podréis ver de primera mano la experiencia de visitar este tesoro de la naturaleza. Si tenéis la oportunidad de visitarla, ¡yo no me lo pensaría dos veces!