Cuando miles de abejas se unen en un ente y hacen “la ola” para defenderse

Publicado 27 septiembre, 2019 por Mike
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Una cadena es tan fuerte como su eslabón más débil

La naturaleza es un entorno exigente y competitivo. Los amantes de los documentales y la biología saben esto perfectamente y también son conscientes de que la supervivencia para muchos animales implica depredar a otros.

Para ello cada animal desarrolla sus propios mecanismos de agresión: Colmillos, garras, venenos… Todo vale a la hora de conseguir alimento, y en cada rincón del mundo existe un depredador temible que haría huir hasta al humano más valiente.

En este caso el depredador del que vamos a hablar es la avispa. Rápida, intimidante y cargada de veneno, es el principal depredador de sus primas más pacíficas: las abejas. Todos conocemos lo temibles que pueden llegar a ser las avispas como enemigo, y algunos incluso de primera mano.

Así que ¿qué tienen las abejas de su lado?. La respuesta es sencilla, pero efectiva: Una estructura social.

Abejas: la fuerza de una colmena

Lo que vemos en el vídeo anterior es el sistema de defensa que emplean las abejas contra sus enemigas naturales. Este efecto visual tan atractivo que crean las abejas al moverse no es una manifestación de alegría o una celebración, como cuando nosotros hacemos la ola. Es su método principal de supervivencia ante un ataque.

Honeybees Mesmerizing Defensive Wave

Las abejas gigantes asiáticas no disponen de muros exteriores en sus colmenas, a diferencia de las occidentales. Esto crea un problema: sin barreras físicas que impidan el paso a los depredadores las abejas se encuentran expuestas a los ataques, y esto es algo que las avispas saben perfectamente. Ante la falta de muros las avispas pueden alimentarse de abejas a placer, y es una de sus principales fuentes de alimento.

Las abejas no tienen ninguna forma de medirse físicamente con las avispas. Tanto en tamaño como en capacidades físicas, las avispas son capaces de lidiar con desventajas numéricas muy desfavorables gracias a su superioridad cuerpo a cuerpo, dado que las avispas asiáticas se cuentan entre las más grandes del mundo.

Por ello las abejas han diseñado un método consistente en formar una cúpula en torno a la colmena que pretenden defender. Esto ya de por sí genera una barrera física que dificulta el paso a la avispa.

Las abejas toman esta formación tan pronto como escuchan el zumbido del vuelo de su agresor, y una vez están dispuestas para la defensa, comienzan a realizar estos movimientos coordinados tan curiosos que vemos en el vídeo. Este efecto visual asusta a las avispas, y evita que se acerquen e intenten un ataque directo, disuadiéndolas.

De la defensa al ataque

Ya sabemos como hacen las abejas para ahuyentar a las avispas y evitar la confrontación, pero ¿y si la avispa no se acobarda? ¿y si decide atacar de todas formas?

Las abejas se hicieron la misma pregunta. Si sus técnicas de intimidación no son efectivas, las abejas aún guardan una segunda carta en la manga.

Una vez la avispa decide atacar la colmena, se enzarza contra las abejas aprovechando su aplastante superioridad física. Aún con una batalla tan desproporcionada, las abejas no son rival para combatir contra ella, así que usan su número de una forma muchísimo más aterradora que el simple combate: la asfixian.

Una vez se llega al cuerpo a cuerpo, las abejas se aglomeran en torno a la avispa, y en concreto en torno a su abdomen. El aparato respiratorio de las avispas depende en gran medida de la capacidad de su abdomen para expandirse y generar los cambios de presión necesarios para inspirar el aire. La pura concentración de abejas en torno a su cuerpo evita que el movimiento natural del abdomen se produzca, haciendo que la avispa se asfixie poco a poco.

Para acelerar este proceso, las abejas baten furiosamente sus alas mientras se aferran al agresor. Este comportamiento no hace otra cosa que generar calor a través del movimiento, y si bien el calor que puede generar una abeja parece insignificante, cuando una colmena entera se coordina y rodea a la avispa el incremento de temperatura es impresionante.

46 grados es la temperatura crítica que puede lograr esta masa de abejas, y son suficientes para cocinar viva a la avispa invasora. Por fortuna, dicha temperatura no llega a dañar a las abejas en absoluto: se queda corta por cinco grados centígrados.

Así, las abejas emplean su número para privar de aire y sofocar con calor abrasador a un enemigo que normalmente podría diezmar su número sin esfuerzo.

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