En Nervesa della Battlaglia, una ciudad italiana situada a 45 kilómetros al norte de Venecia, podemos encontrarnos con Ai Pioppi, uno de los restaurantes más originales y divertidos del mundo. Su particularidad reside en que además de comida y cerveza, también ofrece la entrada a un parque de atracciones hecho a mano por su dueño, Bruno Ferrin.
Esta es la historia de Ai Pioppi, un parque de atracciones muy especial
La historia de lo que hoy es un divertido lugar lleno de columpios, caballitos gigantes y atracciones comenzó hace cincuenta años. Bruno, en un determinado momento, decidió comprar un par de jarras de vino y varios kilos de salchichas para venderlas en un puesto de comida colocado bajo la sombra de un árbol. En tan solo tres horas, ya había vendido todo a las personas que paseaban por allí.
Después de montar el restaurante, Bruno fue al herrero de la ciudad a comprar ganchos para unirlos a unas sillas. El herrero estaba tan ocupado que Bruno decidió aprender a soldar él mismo. Una vez había adquirido soltura como soldador, comenzó a imaginarse todo tipo de estructuras y atracciones que harían que acudiera más gente a comer en su local.
Parece ser que una cosa llevó a la otra, y cuarenta años más tarde, casi había terminado de montar su parque de atracciones en medio del mismo bosque en el que había colocado un simple puesto de salchichas por primera vez. En él había columpios, toboganes e incluso una pequeña montaña rusa de tracción humana.
Existe un cortometraje sobre la historia del parque de atracciones
La curiosa historia de Bruno y su parque de atracciones inspiró a Coleman Guyon y Luiz Romero. Los cineastas crearon un cortometraje que permitió que Ai Pioppi se hiciera más conocido entre el público.
Como Bruno Ferrin ya ha alcanzado una edad bastante avanzada, ha comenzado a pensar en el futuro de su parque de atracciones. A él le gustaría que a Ai Pioppi le quedaran muchos años de vida, pero esto ya no dependerá de él cuando no esté. Todo el restaurante y su parque de entretenimiento quedará en mano de sus sucesores, y ellos serán los encargados de gestionarlo y, si hay suerte, hacer que dure mucho más tiempo.