A todos nos cuesta imaginarnos un jardín sin césped. Nos encanta su aspecto, su tacto, la frescura y el color que aporta a nuestro jardín. Sin embargo, desde un punto de vista práctico, está lejos de ser ideal. Para empezar, requiere una gran cantidad de dedicación para cortar, abonar, escarificar… Una cantidad de tiempo de la que no todo el mundo dispone. Por no hablar de que, de la gran cantidad de agua con la que se riega, mucha acaba filtrándose al subsuelo, cargando con pesticidas que acaban contaminando las aguas subterráneas.
En definitiva, el césped puede llegar a ser insostenible en todos los sentidos de la palabra. Afortunadamente, existen varias alternativas muy similares al césped, pero que requieren de menos cuidados. Una de las más recomendables es el trébol enano.
Esta leguminosa se adapta a casi todo tipo de suelos, es muy resistente a sequías, plagas y hongos, no requiere tanta agua y una vez alcanza cierta altura no crece más. El trébol absorbe el nitrógeno de la atmósfera y lo filtra al suelo, enriqueciéndolo para que se puedan aprovechar plantas vecinas. Y lo más importante, esto significa que no necesita de aportes externos como herbicidas.
Estéticamente, quizá no tenga un aspecto tan inmaculado como un césped bien cuidado… pero también le da un aspecto más natural. Eso sí, es más resbaladizo, y deberías evitar que florezca si no quieres atraer abejas y otros insectos polinizadores. Afortunadamente, la especie de trébol enano, la más común en jardinería, es menos propensa a germinar en flores. También debes tener cuidado de delimitar el perímetro en el que desees cultivar el trébol con vallas, pues es una especie invasora que se extiende rápidamente.
