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Así es el metro de Corea del Norte o lo que quieren que veamos de él

Muy pocas personas consiguen la autorización del régimen norcoreano para ingresar en el país y pasear por las calles de Pyongyang. Muchas menos logran acceder al sistema de metro de la capital.

Sus particularidades arquitectónicas y el restringido acceso han convertido a sus dos líneas de metro en uno de los medios de transporte más misteriosos del mundo.

Ahora, un pequeño grupo de extranjeros ha logrado el permiso del gobierno para usar el suburbano y tomar algunas fotografías. Esto es lo que han encontrado:

Viaje al centro de la tierra del régimen norcoreano

El metro de Pyongyang es el sistema de transporte subterráneo más profundo del mundo.

Tras la entrada de cualquiera de sus paradas y superando los controles policiales…

…dará comienzo un descenso de casi cuatro minutos en escalera mecánica hasta llegar a los andenes situados a 110 metros de profundidad.

El metro fue construido a tal profundidad y reforzado con puertas blindadas para ser utilizado como búnker nuclear en caso de ataque.

Todo el metro es una oda a sus líderes y un ejercicio extremo de adoctrinamiento donde, estación tras estación, se suceden los homenajes a la Patria y los principios del régimen norcoreano.

El sistema de metro fue construido en 1973 por el amado líder Kim Il – Sung, quien lo utilizó casi como museo a su persona gracias a los múltiples mosaicos que embellecen cada una de sus estaciones.

Los líderes posteriores también han ido añadiendo sus propios murales, estatuas, relieves y fotografías durante estos años.

Su presencia es superlativa y hasta viajan en compañía de los pasajeros presidiendo cada uno de los vagones de metro.

Aunque el sistema de trenes y sus estaciones son, en su mayoría, modestas…

… existen algunas como la estación de Yonggwang, ricamente decoradas.

Los trenes llegan puntuales en fracciones de 7 minutos, excepto en las horas puntas que lo hacen cada 2 minutos.

Mientras esperan, los pasajeros puede entretenerse con la lectura de la prensa diaria situada en los andenes, en las que se suceden los mensajes y homenajes al país y sus líderes presentes y pasados.

O si lo prefieren pueden disfrutar de la rica iconografía que adorna sus paredes.

Protegidos por la bandera del país, el pueblo coreano con los militares a la cabeza y seguido de agricultores, médicos y otras profesiones representativas, avanza bajo el liderazgo del presidente eterno que muestra con su mano el camino a seguir.

En un extremo, casi a oscuras, emerge la figura reluciente de Kim Il-Sung.

Los agricultores y ganaderos miran con orgullo a un impoluto y joven líder que sin mancharse les ayuda con la pala.

«La victoria sobre Japón», mural conmemorativo sobre la independencia de Corea del Norte en 1945 tras la expulsión de la ocupación japonesa.

Realizado en 2013 este mural homenajea al difunto líder Kim Jong – Il en la cima del Monte Paekdu, el lugar más alto de Corea del Norte.

Aquí Kim Il-Sung rodeado del sonriente pueblo norcoreano como modelo a seguir por adultos y niños.

Los sonrientes murales contrastan sin embargo con la ausencia de caras de alegría entre la población.

Quienes se desplazan en silencio durante el recorrido mientras, por megafonía, suenan los cánticos e himnos revolucionarios.

Kim Il-Sung anuncia sus planes de reconstrucción de la moderna ciudad de Pyongyang un día después del armisticio firmado entre Corea del Norte y Corea del Sur en 1953.

 Mural alegórico sobre la construcción del metro de Pyongyang.

«Maximizar el aumento de la producción y el ahorro de dinero» inspirador discurso de Kim Il-Sung sobre la eficiencia industrial de Corea del Norte.

La presencia militar es continua, tanto dentro como fuera del metro y no es de extrañar pues se estima que casi la mitad de la población es militar. Un dato sorprendente pero nada extraño pues el servicio militar obligatorio de Corea del Norte es el más largo del mundo: 11 años.

Además, el régimen se enorgullece de sus científicos.

Sus atletas y deportistas.

Sus técnicos informáticos e ingenieros en telecomunicaciones.

Y su cultura y música popular, toda ella dedicada a resaltar la grandeza del país y sus líderes.

Alegoría sobre la cosecha, el llamado «suelo de oro» del que come la población.

El Museo del Metro

Como colofón a este surrealista mundo de ensalzamiento al régimen y sus dignatarios, no podía faltar el museo del metro. En el que, a través de murales tridimencionales, combinando pintura y escultura, se escenifica la construcción del sistema de transporte bajo la dirección de Kim Il-Sung.

Junto a estos sorprendentes dioramas, se pueden admirar otras «valiosas» piezas de museo como: la silla donde se sentó Kim Il-Sung mientras inspeccionaba la obra, la pluma con la que firmó unos papeles y el micrófono por el que habló en la inauguración de unas escaleras mecánicas.

Fuente: earth nutshell.com y businessinsider.com

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