Así es «la nube» por dentro. Y así se ordena. Internet como nunca lo habías visto

Nos referimos a internet como «la nube», como si nuestra información, preferencias, gustos, historiales de búsqueda, emails y fotografías estuvieran en una especie de limbo incorpóreo flotando en el aire. Sin embargo, internet es en última instancia físico.

Es una realidad virtual alojada en servidores y discos duros tangibles. Con sus backups automáticos y copias de seguridad por si la mala fortuna quisiera hacer de las suyas y, un virus, un incendio o cualquier catástrofe borre las fotos de tu último fin de semana en familia.

Y ¿cómo se transmite toda esta información?, ¿por el aire? La verdad es que no. Es cierto que tu router Wi-Fi manda la información a través de ondas a tu teléfono móvil o pc, pero ese es el último tramo de un largo viaje realizado a la velocidad de la luz. Para que os hagáis un idea, un email recorre de media 6.000 kilómetros de cables en apenas 60 milésimas de segundo.

Uno de los pilares más importantes sobre los que se estructura internet se encuentra en realidad bajo el mar, donde una amplia red de cables de 885.000 kilómetros conecta los centros de datos de cada continente.

Imaginaos qué podría ocurrir si un operario desconecta o conecta el cable equivocado. O peor aún, que un componente se estropee y, entre tanto cable, sea imposible encontrar el defectuoso.

El orden en los centros de datos es muy importante, aunque por desgracia, en la pequeña empresa no siempre hace acto de presencia.

Por fortuna hay administradores de redes muy perfeccionistas que velan por el buen funcionamiento de internet.

Solo en la costa este de Reino Unido existe una docena de cables gigantes, por donde pasa la mayor parte de la información que viaja entre Estado Unidos y Europa.

Los cables, en muchos casos, imitan las rutas utilizadas por los buques de carga que transportan mercancía.

En el Mediterráneo existe una autopista de cables que va desde España hasta Israel y Egipto.



No es de extrañar que los cables de Japón, Taiwan, Indonesia, Corea, Filipinas y China sean los que hayan tenido un crecimiento mayor en los últimos años hasta convertirse en uno de los más numerosos.

Además de los cables internacionales, los países han realizado sus propias conexiones para asegurar internet a sus ciudadanos.

Por ejemplo, España tiene cables que conectan la península con Melilla, las Islas Canarias y Baleares.

Otro aspecto a tener en cuenta es la velocidad de la red.

El país con la conexión media más alta del mundo es Hong Kong (70,92 Mbps), seguido por Singapur (53,71 Mbps).

En España, la conexión media es de 19,07 Mbps. En el ranking, nuestro país se encuentra en el puesto número 37.

Velocidad digna y acceso a internet son aspectos reconocidos por la mayoría de legislaciones internacionales.

De hecho, la ONU calificó el acceso a internet como derecho básico.

No obstante, no todos los ordenamientos lo reconocen como derecho expreso.

Y aún quedan países como China o Korea, donde la neutralidad de la red no existe.

Esperemos que en los próximos años la situación cambie y el número de personas con acceso a la red crezca.

De los 7.300 millones de personas que viven en nuestro planeta, se estima que 2.400 millones, es decir, el 37,7% de la población mundial, usa internet.

Y de ellos, aproximadamente el 70% de los usuarios navegan por la web todos los días.

Un porcentaje que debe crecer en los próximos años, gracias a los proyectos que pretenden llevar la conexión a los lugares más recónditos del planeta y del continente Africano.

Para definitivamente crear una acceso global y económico en todo el mundo.

Porque lo cierto es que estos millones de kilómetros de cable,

no conectan máquinas entre sí, sino que en realidad conectan personas.

Wikipedia: 1, 2, 3, 4, Gigaon.com

Fotografías: Fishki.net y opciónweb.com

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