¿Enviar bebés por correo? Puede parecer una locura pero ocurrió en el siglo XX

Publicado 5 agosto, 2020 por Alberto Díaz - Pinto
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Si habéis hablado alguna vez con un cartero, siempre suelen decir que alucinaríamos en colores si verdaderamente supiéramos lo que la gente es capaz de enviar por correo. No obstante, estoy convencido de que, en cualquier caso, nunca sería tan impropio y negligente como enviar bebés.

Es difícil de creer pero, por un breve período de 6 años, fue posible enviar a un bebé o niño pequeño a través del Servicio Postal de los EE. UU. Sí, habéis leído bien. A principios del s. XX era legal enviar un bebé por correo en los Estados Unidos, y sucedió más de una vez.

En 1913, el Servicio Postal de los Estados Unidos introdujo los paquetes postales. Antes de eso, todos los paquetes enviados por correo debían pesar 4 libras (1,8 kg) o menos. De este modo, con el comienzo del servicio de paquetería, las personas ahora podían enviar cualquier cosa por debajo de las 50 libras (23 kg). Esto propició algunas consecuencias casi inmediatas no deseadas, ya que algunos padres enviaron a sus hijos por correo.

La historia de los niños que fueron enviados a través del Servicio Postal de EE.UU.

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Un cartero estadounidense llevando un bebé junto con sus cartas, Estados Unidos. 1900. Museo Postal Nacional / Getty / Smithsonian

Según la historiadora del Museo Postal Nacional, Nancy Pope, el primer caso conocido de un bebé enviado por correo fue en 1913, cuando el Sr. y la Sra. Jesse Beauge, de Glen Este, Ohio, enviaron a su hijo pequeño de 4 kg a la casa de su abuela, a una 1 km y medio de distancia. El franqueo les costó 15 centavos y 50 dólares del seguro (en caso de que ocurriera algo malo). Los registros no indican si la abuela Beauge recibió «su correo» en un buzón o en una ranura para cartas.

La peculiar historia pronto apareció en los periódicos y, durante los años sucesivos, ocasionalmente surgieron historias similares a medida que otros padres hacían lo mismo.

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Un cartero posando con un bebé, antes de realizar el envío. Museo Postal Nacional / Getty / Smithsonian

Seis años de envíos clandestinos

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Cuando enviar bebés por correo era legal. Museo Postal Nacional / Getty / Smithsonian

A lo largo de los años, estas historias continuaron apareciendo de vez en cuando. Los padres ocasionalmente lograban enviar a sus hijos por correo gracias a los trabajadores rurales, dispuestos a dejarlo pasar. Algunos niños fueron enviados bastante lejos.

Edna Neff, de 6 años, fue enviada a 720 millas de Pensacola, Florida, a Christiansberg, Virginia, donde vivía su padre. Finalmente, en 1915, varios periódicos, incluidos el Washington Post, el New York Times y el Los Angeles Times, publicaron historias que decían que el administrador de correos había decretado oficialmente que los niños ya no podían ser enviados por correo.

Si bien la extraña práctica de enviar a los niños por correo podría verse como una incompetencia o negligencia por parte de los carteros, fue más bien una cuestión de confianza. En los entornos rurales se confiaba mucho en los carteros, es decir, que se les veía como unos servidores de confianza. Tanto es así que algunos les confiaron a sus hijos.

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Otro cartero posando con un bebé dentro de su bolso. Museo Postal Nacional / Getty / Smithsonian

El caso de May Pierstorff

May Pierstorff

May Pierstorff tenía 6 años en 1914, cuando sus padres la enviaron por correo a Idaho, a unos familiares cercanos. Museo Postal Nacional / Getty / Smithsonian

May Pierstorff, de 5 años, fue enviada desde Grangeville a Lewiston, Idaho, para visitar a su abuela el 19 de febrero de 1914. May estaba por debajo del límite de peso, en 48,5 libras, y sus padres se dieron cuenta de que enviarla por correo sería más barato que comprarle un billete de tren. De este modo, adjuntaron el franqueo -53 centavos en sellos postales- al abrigo de May, y ella viajó en el compartimento del correo del tren hasta Lewiston. Leonard Mochel, el empleado de correo de servicio, entregó directamente a la niña en casa de su abuela sana y salva.

Así, después de que el Director General de Correos, Albert S. Burleson, se enterara de este incidente, así como de otra investigación que alguien había hecho ese mes sobre enviar a niños por correo, prohibió oficialmente a los trabajadores postales aceptar seres humanos entres sus cartas y paquetes.

Y hablando de correos, si os ha gustado el post, tenéis que conocer el palacio que se construyó un cartero en su tiempo libre. Una obra faraónica erigida únicamente con piedras y conchas.

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