Centralia, la ciudad que lleva ardiendo 50 años, y lo hará durante 200 más

Publicado 4 septiembre, 2020 por Alberto Díaz - Pinto
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Hace un siglo, Centralia, en Pensilvania, era una pequeña ciudad llena de tiendas, residentes y un dinámico negocio minero. El carbón de las minas colindantes era la fuente principal de ingresos para buena parte de sus 1.200 residentes, así como el motor económico de la ciudad.

centralia antigua

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Sin embargo, hoy Centralia es muy diferente a la de aquel entonces. Sus calles están abandonadas, la mayoría de edificios han desaparecido y el humo sobresale por las carreteras llenas de grafitis.

Y es que, aquel antiguo y próspero burgo se ha convertido en un pueblo fantasma. La causa fue algo que aún hoy continúa sucediendo bajo sus calles: un incendio en una mina que lleva ardiendo desde hace más de 50 años. Esto, como es lógico, derivó en la devastación de una comunidad y el desalojo y empobrecimiento de muchos de sus residentes.

Un infierno terrenal

En 1962, año en el que la mayoría de minas de carbón habían cesado su actividad, unos antiguos trabajadores de las minas quemaron basura en el interior de una de las grutas, la cual se estaba utilizando como vertedero. Aunque no lo creáis, esta práctica era habitual. Sin embargo, en aquella ocasión el fuego se expandió a una veta de carbón antracita, altamente inflamable, y todo comenzó a arder, llegando hasta el exterior.

En los días sucesivos los bomberos lograron controlar las llamas, mas no se percataron de que el carbón seguía quemándose bajo tierra. Durante las semanas siguientes, el incendió se propagó hasta el resto de minas de cabrón de la ciudad, desatándose el caos.

Sin embargo, no fue hasta 1979 cuando los lugareños tomaron consciencia de la magnitud del problema por mera casualidad. Todo ocurrió cuando el propietario de una gasolinera insertó una vara dentro de uno de los tanques subterráneos para verificar el nivel de combustible. Cuando la retiró esta estaba muy caliente. La sorpresa vino cuando descubrió que la temperatura de la gasolina del tanque era de 78 grados centígrados. Poco después de aquel incidente la atención hacia el fuego fue in crescendo.

Tiempo después, en 1981, un niño de 12 años se precipitó por un agujero que se abrió repentinamente bajo sus pies. Se estimó que el pozo tenía decenas de metros de profundidad, aunque afortunadamente el niño sobrevivió.

Aquel suceso atrajo la atención de todo el país hacia Centralia, pero no fue hasta 1984 cuando el Congreso de los Estados Unidos decidió hacer algo al respecto. El gobierno asignó más de 40 millones de dólares para la reubicación de los residentes de Centralia. La mayoría de los residentes aceptaron la indemnización y se mudaron a los pueblos vecinos de Mount Carmel y Ashland.

Centralia actualmente

Hasta la fecha, se han intentado buscar soluciones para erradicar el incendio, pero ninguna ha servido de nada. Es por eso que se optó por la reubicación de la gente, debido principalmente a la falta de una posible solución para erradicar la catástrofe. Se estima que costaría unos 600 millones de dólares.

El fuego se encuentra localizado a unos 1.600 metros bajo tierra. No obstante, se pueden ver algunas chimeneas que expulsan humo desde una vieja carretera abandonada repleta de grietas a causa del incendio. Unas llamas que los expertos creen que seguirán activas durante 250 años más, según las estimaciones del carbón contenido bajo el pueblo (una veta de unos 13 kilómetros de extensión).

En la actualidad, solo quedan en pie unos cuantos edificios de Centralia. La mayoría fueron arrasados y la vegetación a terminado adueñándose de las calles y aceras. Sin embargo, a día de hoy siguen viviendo 12 personas en el pueblo.

Uno de los pocos edificios que quedó en pie fue la iglesia, que mantiene servicios semanalmente los sábados por la noche, así como los cuatro cementerios de la ciudad, los cuales se encuentran en buen estado. Irónicamente, los cementerios cuentan con más población que en el mismo pueblo.

Si por casualidad decidiéramos acercarnos hasta Centralia para contemplar la catástrofe, esto sería lo primero que nos encontraríamos:

«Advertencia – peligro. Fuego en mina subterránea. Caminar o conducir en esta área podría resultar en lesiones graves o la muerte. Hay gases peligrosos. El suelo es propenso a un colapso repentino«.

Por tanto, más vale mantenerse alejados por si las moscas.

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