Una cierva decidió entrar en una tienda y como la dueña era simpática, volvió con compañía

Publicado 9 marzo, 2021 por Sandra Morales
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A veces pensamos que conocemos el comportamiento que tienen algunas especies de animales. Sin embargo, existen ciertas ocasiones en que estos se comportan de manera totalmente diferente a la que pensamos. Es el caso de la cierva de esta historia.

Por lo general, un ciervo suele estar pastando tranquilo en el bosque, aunque siempre en alerta por si se aproxima un enemigo. Esto también lo pensó Lori, la dueña de una tienda de comestibles y suministros.

Un cliente inesperado

Lori Jones es dependiente de una pequeña tienda situada por las montañas rocosas de Fort Collins (en el estado de Colorado, EE.UU), donde hay bosques y multitud de animales, como osos, pumas o mapaches. A veces se puede ver a ciervos pastando cerca de la civilización, pero nunca se acercan a los humanos. Un día, Lori oyó que entraba alguien a su establecimiento y se encontró con un cliente inesperado: una cierva.

La dependienta se asombró y procuró no moverse para ver qué hacía el animal. La cierva se quedó mirando las gafas de sol y se acercó a las patatas fritas. Una situación sorprendente y a la vez graciosa.

Jones pensó que sería peligroso que un ciervo recorriera los pasillos de la tienda, así que debía planear algo para que volviese al campo. Mirando entre los estantes cogió una barrita de cacahuetes, se dirigió hacia la puerta y atrajo a la cierva. El animal agarró la barrita con la boca y se fue.

La cierva no se quedó satisfecha ¡y trajo a toda su familia!

Lori ya estaba tranquila y trabajando normalmente, hasta que, pasados 30 minutos, la cierva regresó al establecimiento. Pero no estaba sola, ya que ¡había tres ciervos más! Jones se percató de que eran sus hijos: dos cervatillos gemelos y un joven macho que debió amamantar.

De los tres, los pequeños se quedaron en la calle, pero el joven quiso entrar junto a su madre, a lo que Lori se negó. Curiosamente el mayor de los hermanos obedeció y no se movió.

Ahora Jones tenía que idear otro plan para que se marchasen, pero recurrió a la misma técnica que antes. Cogió otra barrita de cacahuetes y mientras que la madre le seguía, le dijo que se fuera a su hogar junto a sus hijos. La cierva aceptó el trato y todos corrieron hacia el campo.

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