La mujer que afirmaba que podía dar a luz conejos e interesó hasta el mismísimo rey de Inglaterra

Publicado 29 marzo, 2021 por Sandra Morales
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En el año 1726 una mujer campesina de Inglaterra llamada Mary Toft se encontraba embarazada orinando por el campo cuando de repente un conejo le asustó. Fue tal el susto que días después tuvo que abortar. A raíz de este suceso, comenzó a experimentar  una serie de hechos insólitos que dejaron fascinados tanto a los médicos como al resto de ciudadanos del país.

…y Mary empezó a dar a luz animales

El marido de Mary, John Howard, quien era un cirujano de Guilford, escribió en varias ocasiones al médico de la corte real porque su mujer comenzó a expulsar partes de conejo. El destinatario de la carta era Nathaniel St Andre, un profesional que trabajaba para el rey Jorge I.

Según el medio digital BBC, Howard escribió lo siguiente: “Desde que les escribí, la pobre mujer ha dado a luz a tres nuevos conejos, todos ellos a medio crecer; el último duró 23 horas dentro del útero antes de morir. Si usted tiene alguna persona curiosa que quiera venir a verlo con sus propios ojos, parece que tiene otro en su útero, así que puede venir a sacárselo cuando quiera. No sé cuántos conejos le quedan adentro».

Al recibir las cartas, incrédulo y fascinado, St André se dirigió a la casa del matrimonio para verificar lo que estaba sucediendo. Habló con Mary y escribió sus antedecentes:

“El pasado 23 de abril, mientras orinaba en el campo, vio un conejo saltando cerca de ella, corriendo…»

Nathaniel St. André

Nathaniel St. André, apodado como «El doctor de conejos». El caso acabó con su carrera profesional. Fuente: Dominio Público

Mientras el doctor estuvo presente, pudo presenciar el parto del decimoquinto conejo, y justo antes se percató de que existía “cierto movimiento en el lado derecho de su estómago”. Además, vio que también había expulsado anteriormente un pequeño gato sin hígado.

La historia de Mary corrió como la pólvora y acudieron otros médicos a su vivienda

Ante tal expectación, el caso se hizo público y St André avisó a otro médico real para que inspeccionase a la mujer. Sin embargo, el doctor Cyriacus Ahlers no estaba tan convencido de todo el asunto como lo estaba su compañero.

“Tenía serias sospechas, pero fingí compasión por la mujer”, expresaba Ahlers. Después, el marido de Mary habló con él y le comentó que “él esperaba que su majestad le otorgara la gracia, cuando todo esto acabara, de una pensión, dado que había tantos otros a los que se les había otorgado una pensión sin merecerla…».

El segundo doctor examinó detalladamente las partes de conejo expulsadas por Mary, y aparte de encontrar excrementos, comprobó que algunas partes de los animales habían sido cortadas con un cuchillo.

Secretos y confesiones

Mary y Howard fueron llevados a Londres, donde se esperaba que diera a luz al decimoctavo conejo. Pero algo descuadró el plan. Resulta que el portero del hotel donde se alojaron reveló que ella le pidió que le trajera “el conejo más pequeño que encontrara”.

Esto llegó a oídos de uno de los doctores presentes en la capital, Richard Manningham, quien insistió a Mary que confesara que ¡todo era una farsa!

La mujer no pudo más con la presión y decidió decir la verdad. Resultó que durante meses, con la ayuda de su marido, había introducido partes de conejo en su cuerpo para después expulsarlas.

El caso se llevó a juicio, pero como todo esto no era delito, Mary quedó en libertad sin cargos.

Murió cuarenta años después, y en el certificado de defunción aparece reflejada como: “Mary Toft, viuda y la impostora del conejo”.

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