En cuanto a las duchas, a grandes rasgos hay dos tipos de personas: los que se dan una ducha rápida sin mucho mimo pensando únicamente en lavarse y eliminar el mal olor, y, por otro lado, los que se toman ese momento para llenarse de productos para cuidarse el pelo y la piel, más allá de estar limpio. No nos olvidamos de que también hay personas que son más perezosas para ducharse (¡seguro que has sufrido a alguna de estas personas por la mañana temprano en el tren o el autobús!).
No hay consenso sobre «la ducha ideal»
En palabras de la dermatóloga Jennifer Herrmann, las duchas que necesitas dependen de tu nivel de actividad. Si en tu día a día estás muy activo o en el trabajo tiendes a ensuciarte, estar rodeado de polvo o productos químicos, es recomendable ducharse todos los días. Sin embargo, para una persona con bajos niveles de actividad, tampoco es totalmente imprescindible una ducha diaria y menos si es con jabón.
Los jabones eliminan la grasa natural de nuestra piel y destruye las bacterias que nos protegen y mantienen sanos. Ducharse todos los días con jabón cuando no es realmente necesario, más allá de nuestra propia sensación subjetiva de limpieza y comodidad, puede hacer que tengamos la piel seca y otras condiciones más serias, como eczema o acné.
También hay que tener en cuenta el tipo de piel de cada uno: quien tiene la piel grasa necesita más duchas que alguien que tiene la piel seca. La edad también influye, pues los niños y los ancianos tienen la piel más frágil, así que deberían ducharse con menos frecuencia y, sobre todo, usando productos delicados.
Esta son las cosas a las que te arriesgas si no te duchas en absoluto
1. Irritaciones en la piel
La piel sucia suele provocar picores, lo que hace que nos rasquemos, produciendo así heridas e irritaciones que pueden complicarse si se infectan. Esto es aún peor si de por sí tenemos alguna condición dermatológica.
2. Brotes de acné
Un exceso de sebo en la cara sumado al constante toqueteo de la piel con las manos sucias es la combinación perfecta para que salga acné, especialmente si se tiene cierta propensión a ello. Por otro lado, lavarse en exceso seca mucho la piel, por lo que ésta tiende a producir más grasa como protección, aumentando el acné.
3. Acumulación de células muertas
Si durante muchos días seguidos no pasas aunque sea tus manos con agua por tu piel, se acaban acumulando muchas células muertas que darán un mal aspecto a tu piel y pueden provocar mal olor.
4. Resfriados y gripes
De esto estamos más concienciados ahora con el Covid-19, pero antes también podíamos enfermar al llevarnos las manos sucias a la cara. Nuestro móvil, las llaves, el volante del coche, etc., todo está lleno de gérmenes que pueden acabar en nuestra boca, nariz u ojos si no nos lavamos las manos con cierta frecuencia.
5. Infecciones genitales
Sin duda, los genitales es la zona del cuerpo que más puede sufrir la falta de higiene pues a lo largo del día están muy expuestos al calor, al sudor, al roce de la ropa, etc. Es importante mantener una buena higiene genital y esto incluye no usar productos agresivos que puedan alterar el pH natural.
Existen personas que han decidido dejar de ducharse con jabón
Este es el caso de David Whitlock, ex-ingeniero químico, que lleva 15 años sin ducharse con jabón y asegura no tener mal olor corporal. Cuenta que decidió confiar en que las bacterias de su cuerpo hicieran su trabajo y sólo usa agua para lavar la parte específica de su cuerpo que se ensucia. La biofísica Sarah Ballantyne, conocida por ser partidaria de la dieta paleo, se lava únicamente con agua, aunque acabe de entrenar.
En opinión de la dermatóloga Sandy Skotnicki, hemos alterado el mibrobioma de nuestra piel desde que hemos empezado a bañarnos todos los días con geles y jabones, lo que ha llevado a un aumento de los problemas de piel. De hecho, está aumentando la preocupación por cuidar nuestro microbioma, tanto intestinal como dermatológico, e, igual que hay alimentos probióticos, también se está trabajando en productos de higiene corporal que no eliminen nuestro microbioma.
Aún falta evidencia científica firme sobre el verdadero daño que causan los jabones tradicionales y los potenciales beneficios de dejar de usarlos, pero sin duda parece un campo con resultados prometedores.
