El dilema de la educación ¿Cuál es su labor?
La educación siempre genera un debate y existen miles de posturas con sus defensores acérrimos.
Para muchos la educación debe de ser capaz de enseñarnos habilidades técnicas que podamos usar en un futuro para contribuir a la sociedad y obtener un buen trabajo. Los principios y los valores han de ser algo que se enseña en casa, y que nos inculca la familia en otro entorno totalmente distinto al escolar.
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Para muchos otros, una educación que solo enseña habilidades técnicas da lugar a una sociedad en la que los derechos sociales, los valores y la ideología están destinados a atrofiarse y a degenerar cada vez más, dado que nadie se está preocupando de cultivarlos.
De la misma manera en la que existen múltiples opiniones, existe muchísima evidencia (cada vez más) para respaldar cada una. Lo cierto es que existen modelos educativos a día de hoy que no han cambiado en más de 40 años, y los avances en investigación nos enseñan hasta qué punto están obsoletos dichos sistemas.
Por ejemplo: la evidencia de los últimos años apunta a que el sistema educativo es vital para el desarrollo de la inteligencia emocional de nuestros menores. Algunos incluso defienden que la inteligencia emocional es también una habilidad técnica, rompiendo esa dualidad entre competencias para el trabajo y para la vida personal.
No todos los gobiernos prestan atención a estas evidencias, y por tanto no todos los sistemas educativos cambian de acuerdo a ellos. Pero cuando lo hacen, se requiere un cambio radical en la manera de entender la educación ¿cómo sería un sistema educativo con este enfoque?.
La educación Danesa: Un nuevo concepto
Dinamarca es uno de los países más felices del mundo, de acuerdo al Informe de Felicidad Mundial. No es sorprendente que el sistema educativo juegue un papel importante en ello, y existen numerosos programas diseñados para enseñar a los pequeños a identificar y gestionar emociones.
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Un ejemplo es el programa paso a paso, un programa obligatorio en el que a los niños se les enseñan imágenes de otras personas, y se trabaja con ellos para que aprendan a identificarlas y a experimentar diferentes emociones (tanto en ellos como a través de lo que perciben en otros).
Existen numerosas herramientas que se emplean día a día en educación: cartas representando expresiones faciales, ubicación de emociones o ejercicios de empatía.
Sin ir más lejos, en el propio horario escolar se incluye una hora reservada específicamente para que los niños compartan sus problemas personales con la clase y poder solucionarlos entre todos, formando así una red de apoyo y enseñando a los niños a desarrollar su inteligencia emocional de manera aplicada.
En el caso de que ningún niño tenga problemas que exponer, la hora se emplea para trabajar la intimidad, la cohesión de grupo y otros conceptos similares de manera más relajada y orgánica.
¿En qué se traduce este modelo educativo?
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Ejercicios como estos tienen impactos tremendos en numerosas areas de la vida de una persona, y pueden marcar la diferencia en situaciones complicadas como la pérdida de un ser querido, las crisis laborales o de identidad, e incluso la construcción de una red de amistad sólida que pueda acompañarnos a lo largo de nuestra vida de forma satisfactoria.
Siempre se habla de cómo la intervención social resulta importante para las familias y los entornos problemáticos, pero una educación como la que se ofrece en Dinamarca podría a menudo resultar una medida preventiva muchísimo más efectiva y económica, que impactaría también en la felicidad de los ciudadanos.
Si bien es un modelo que nos resultaría extraño y ajeno al principio… ¿Acaso sus ventajas no son suficientes para plantearlo como una alternativa?
