¿Conoces el curioso motivo por el que nos arrodillamos al pedir matrimonio?

Publicado 6 marzo, 2017 por Alberto Díaz - Pinto
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Lo habéis visto millones de veces en las películas e incluso puede que hayáis vivido la experiencia vosotros mismos. Arrodillarse durante la pedida es una tradición adoptada por un gran número de culturas. Es más, yo si tuviera que pedir matrimonio mañana, creo que instintivamente clavaría una rodilla en el suelo y abriría la famosa cajita del anillo, igual que en las pelis. 

Lo cierto es que para las parejas que lo experimentan es un momento que nunca olvidan, pero muy pocos saben de dónde procede esta tradición y por qué se hace.

El origen de la tradición

Ya en los tiempos de la Edad Media, los hombres se arrodillaban ante los señores feudales y reyes en señal de respeto, obediencia y lealtad; es también un gesto común en las ceremonias religiosas, cuando los feligreses se arrodillan ante Dios.

En el mismo sentido, arrodillarse ante la persona con la que se desea casarse es una señal de que estamos prometiéndole lealtad y respeto. Esencialmente quiere decir que nos estregamos a esa persona por voluntad propia.

¿Y el anillo de compromiso?

Otra tradición muy extendida es la entrega de un anillo de compromiso, algo que podemos agradecer al papa Inocencio III. En 1214, el pontífice introdujo una ley que instauraba un período de prueba entre el compromiso y la ceremonia. Este tiempo representaba un precontrato para que los novios estuvieran seguros de dar el paso, antes de que la iglesia les diera su bendición. Durante este período se obligaba a los contrayentes a llevar un anillo en señal de su compromiso.

Así pues, si sumamos estas dos tradiciones, cuando pedimos matrimonio a alguien, solemos hacerlo clavando una rodilla en el suelo y ofreciendo un anillo en señal de compromiso. Lógicamente, hay gente que decide salirse completamente de este tradicionalismo y busca su propia forma original de hacerlo. 

¿Cómo fue en tu caso? Comparte aquella experiencia con nosotros en tus comentarios. 

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