¿Alguna vez has sentido que tu trabajo es poco importante? la historia del hombre que arreglaba pizarras

Publicado 9 junio, 2020 por Javier Escribano
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Si alguna vez sientes que tu trabajo es poco importante, que no marca ninguna diferencia en nada ni nadie, atento a esta historia. Un técnico descubrió que un trabajo tan aparentemente invisible como el de arreglar proyectores puede tener un impacto enorme en la vida de muchas personas… y no se había dado cuenta hasta ahora.

El protagonista de esta historia: un técnico de reparación de pizarras

Según explica en el foro Pikabu, esta historia sucedió en 2010. Por entonces, el hombre trabajaba en un proyecto de pizarras interactivas para escuelas: un proyector muestra la imagen en una pizarra blanca, y los alumnos pueden escribir y dibujar en ella con un «lápiz» especial.

Su tarea como técnico consistía en acudir a las escuelas a instalar o reparar estos sistemas. Un día, le escribieron de una escuela rural, a más de tres horas en tren. Era un pueblo muy pequeño, su escuela apenas daba servicio a los niños locales, y no tenía más de 4 pupitres por clase.

Siempre era lo mismo: reiniciar y mirar si había polvo

El trabajo del técnico consistía en probar los problemas más comunes: reiniciar, mirar si hay polvo… Esas comprobaciones no llevan más de 30 minutos, y si no se soluciona, tiene enviar una solicitud de reparación y llevarse el proyector para que otros técnicos lo reparen. Ese proceso toma varias semanas, y no dejan ningún recambio. «Debo decir que considero mi trabajo bastante inútil», se lamentaba.

Al no encontrar un fallo aparente, el técnico se preparó para emitir una solicitud de reparación y llevarse el aparato cuando entró una niña al aula, con un plato de tortitas. La profesora que lo acompañaba explicó que al enterarse que venía un hombre de la ciudad a arreglar los dibujos animados, la niña lo había horneado como agradecimiento.

El hombre que arreglaba los dibujos animados

Al oírlo, se dio cuenta de lo importante que era su trabajo para los niños del pueblo. En un pueblo tan pequeño no hay cine, así que la única forma que tenían los niños de ver los dibujos animados en pantalla grande era con el proyector de la escuela. El mismo que estaba a punto de llevarse, dejando a los niños sin cine durante varias semanas.

Así que decidió hacer todo lo que estuviera en su mano para evitarlo. Desmontó el proyector y tras un par de horas de trabajo, encontró la pieza cortocircuitada que estaba dando problemas. El proyector volvía a funcionar, y los niños volvieron a tener dibujos animados.

Al regresar a la estación, la profesora le contó cómo funcionaba esto de los dibujos animados: llamaban a un amigo de la ciudad, que se descargaba los dibujos animados en un USB y se los llevaba en tren. Era el hombre que traía los dibujos animados, y él, era el hombre que los había arreglado.

Esta experiencia le aportó una nueva perspectiva sobre su trabajo que quizás nunca se hubiera podido imaginar. Tantas veces nos hemos sentido defraudados, hastiados, alienados con nuestros trabajos, sin darnos cuenta que quizás, para alguien, estemos dándole algo mucho más valioso.

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