El tlacuache: un marsupial que robó el fuego a los gigantes para regalarlo los humanos

Publicado 5 enero, 2023 por redaccion
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Aunque su apariencia puede no ser tan agradable, el tlacuache es un animal inofensivo y esencial para los ecosistemas.

Frecuentemente confundidos con ratas, los tlacuaches no pertenecen a la familia de los roedores sino que son marsupiales. Es decir que las crías se guardan en una bolsa (marsupio) en el vientre de la madre, así como los canguros y los koalas. Sin embargo, el tlacuache es el único marsupial mexicano y de acuerdo con una leyenda precolombina, se enfrentó a dioses para darnos fuego.

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Existen varias versiones de la historia, con elementos diversos pero la esencia es la misma. De acuerdo con la leyenda náhuatl, los humanos carecían del fuego y sufrían mucho. Comían sus alimentos crudos y por las noches padecían fríos extremos.

Un día, una estrella cayó a la Tierra e incendió los árboles. Los humanos notaron que esta podría ser la solución para sus padecimientos y quisieron tomarlo. Sin embargo, los gigantes de la montaña (en otra versión, una anciana) capturaron esa llama y la llevaron a su campamento. Allí hicieron una hoguera y se dedicaron a alimentar el fuego hambriento que devoraba todo sin piedad. Para evitar que alguien se los robara, formaron un poderoso ejército que resguardaba la flama. Por su parte, los humanos quedaron sumidos de nuevo en la helada oscuridad.

Ante esto, el venado, el armadillo y el tlacuache se reunieron en una cueva para charlar del problema de los humanos. Llegaron a la conclusión de que debían hacer algo para ayudar a los humanos y devolverles el preciado elemento; mas no sabían cómo podrían lograrlo.

Diana Foreman / Naturalista

El tlacuache se comprometió a obtener el fuego.

Sus compañeros se burlaron de él pues era un pequeño e inofensivo animal. Sin embargo, el tlacuache estaba decidido a conseguir aquel fuego y lo único que pidió es que no lo dejaran extinguirse una vez que lo tuvieran.

Al caer la tarde, el tlacuache emprendió su camino hacia la montaña, al lugar donde tenían el fuego resguardado. Como era un animal muy sabio, pasó varios días cerca de los guardianes, sin hacer nada para ganarse su confianza. En la madrugada del séptimo día, cuando casi todos dormían, el tlacuache se acercó a al hoguera y tomó el fuego con su cola así como una brasa que se echó en la boca. Luego salió disparado de aquel lugar.

Cuando se dieron cuenta, comenzaron a perseguirlo y le lanzaron una lluvia de flechas. El jaguar, quien era líder del ejército se acercaba amenazadoramente y el tlacuache entonces metió la brasa en su marsupio. Finalmente, con su increíble velocidad, el jaguar alcanzó al tlacuache, lo machacó y el fuego de su cola se apagó.

Creyéndolo mverto, el jaguar se alejó. Poco a poco, los otros animales y los humanos se acercaron a ese cuerpo inmóvil. Pero para sorpresa de todos, el pequeño marsupial se movió y entregó el trozo de madera.

Y así es como el tlacuache realizó la increíble hazaña de dar el fuego a los humanos.

Pexels

Su nombre viene del náhuatl tlacuatzin que significa «el pequeño que come fuego«. Esto en referencia a la leyenda; además se dice que su cola no tiene pelo precisamente porque al acarrear el fuego, esta se quemó. Así, su lampiña cola es un recordatorio del enorme favor que el mamífero nos hizo.

En otras regiones también se le conoce como ‘zarigüeya’ o ‘zorro del monte’. Pero cuando hablamos de ‘tlacuache’, por lo general nos referimos a la especie Didelphis marsupialis. En México existen otras especies como el tlacuache norteño (didelphis virginiana), un ejemplar bastante grande, y el tlacuache ratón (marmosa mexicana) que es uno de los más pequeños.

Nolberto Pacheco / Naturalista

En México también podemos encontrar al tlacuache de cuatro ojos (philander opossum), nombre que recibe gracias a sus dos manchas blancas sobre las cavidades oculares. Al tlacuache platanero (caluremys derbianus), cuyo principal alimento son los plátanos. Y al tlacuachillo acuático (chironectos minumus), que tiene membranas en las patas para poder nadar y se encuentra siempre cerca de cuerpos de agua.

Su curiosa vida

El tlacuache común es un marsupial pequeño, que apenas alcanza los 30 centímetros de longitud y pesa poco más de un kilo. Tiene un rostro alargado y cónico, con orejas redondeadas y sin pelo. Su cuerpo es robusto y la cola le sirve para colgarse de los árboles. Se trata de un animal nocturno que habita en madrigueras de lugares con climas templados a tropicales.

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Es un organismo omnívoro pues se alimenta de plantas, frutas, semillas, aves y reptiles pequeños y hasta insectos. De hecho, es uno de los mejores controladores de plagas pues puede consumir grandes cantidades de insectos. Durante su búsqueda de alimento, es capaz de recorrer hasta dos kilómetros.

El periodo de gestación del tlacuache común es corto e incompleto; tan solo dura de 12 a 13 días. Ya que es un marsupial, las crías terminan de desarrollarse en una bolsa de pelo suave en el vientre de la madre, llamada marsupio. Ahí, las crías, que pueden ser hasta 16, consumen leche durante dos meses.

Al nacer, miden dos centímetros, son ciegos y no tienen pelo; de hecho, su piel es tan delgada que pueden verse sus órganos. Luego del destete, los tlacuaches bebé ya cuentan con pelo y pueden ver. Sin embargo, aún pasan cuatro meses más con su madre, de quien se sujetan del lomo para ir a todas partes. Su promedio de vida es de dos años.

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Características extraordinarias.

El tlacuache posee un increíble mecanismo de defensa llamado tanatosis. Es un comportamiento en el que presenta características de mverte tales como la inmovilidad y el mal olor. Cuando este marsupial se siente en peligro, expele un olor desagradable que confunde a los depredadores, haciéndoles creer que no tiene vida. Así, el animal pierde el interés y el tlacuache aprovecha para salir corriendo a toda velocidad.

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Además, es resistente algunos venenos de serpientes como la cascabel y la coralillo. Otra maravilla del tlacuache es que no puede albergar ni transmitir la rabia gracias a su sistema nervioso, por lo que no son una amenaza para los humanos. Y de hecho, son protectores de estos pues al incorporar insectos en su dieta, se convierten en excelentes controladores de plagas. Así, le hacen otro favor constante a la humanidad al no permitir que las poblaciones de insectos crezcan descontroladamente.

Lamentablemente, el tlacuache es una especie amenazada ya que por desconocimiento de la gente, es confundido con roedores y acaban con su vida. Otro grave problema es el desplazamiento de su hábitat debido a distintas actividades agrícolas, obligándolo a vivir en espacios urbanos. La conservación de estos animalitos es vital para mantener el equilibrio en los ecosistemas.

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