Al sur de Nueva Zelanda encontrarás un lago con las aguas tan cristalinas que puedes ver el fondo.
El lago Rotomairewhenua, mejor conocido como Blue Lake (Lago Azul) se ubica en el Parque Nacional Nelson Lakes, un lugar con 102,000 hectáreas de hermosos valles arbolados, rodeado de cadenas montañosas. Dieciséis son los lagos que conforman a este parque.
Las tribus maorís de la región los consideran sagrados y por esta razón, ninguna persona puede sumergirse en el agua. De acuerdo con su mitología, el gran jefe Rakaihaitu cavó agujeros con una pala y estos se convirtieron en lagos.
El nombre «Rotomairewhenua» viene del idioma maorí y significa «lugar de aguas pacíficas». Oficialmente es el lago con las aguas más cristalinas en todo el mundo.
Klaus Thymann
Tiene una visibilidad de hasta 80 metros; es decir, que si te paras en la orilla, puedes alcanzar a mirar 80 metros de profundidad desde su superficie.
Para llegar al lago se debe hacer un viaje de varios días que definitivamente vale la pena. En el camino hay cascadas, ríos y mucha vegetación, cuyo colorido contrasta con las montañas circundantes.
Klaus Thymann
El lago se encuentra en el área perteneciente al pueblo Ngāti Apa ki te Rā Tō. La tribu permite el acceso a los turistas, pero solo pueden observar y contemplar el lugar, está completamente prohibido nadar o realizar cualquier otra actividad dentro del lago.
El gobierno de Nueva Zelanda también cuida y exige que ese respeten estas reglas. Sin embargo, en 2013, el Departamento de Conservación y la tribu maorí, le concedieron el permiso al fotoperiodista ambiental Klaus Thymann, de sumergirse en el sagrado lago para fotografiar el fondo.
Klaus Thyman
Las aguas del Rotomairewhenua parecen de colores azules, verdes y violetas, esto se debe a la claridad del líquido.
Sin duda, el Lago Azul es un lugar hermoso e increíble. En un mundo donde la mayoría de ríos, lagos y mares están contaminados; encontrar un cuerpo de agua dulce con una claridad que te permite contemplar su interior desde la orilla, es impresionante.
Klaus Thymann
Gracias a los esfuerzos del pueblo maorí, aún podemos contemplar maravillas como esta.
