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La curiosa historia de la enorme estatua de Buda que escondieron bajo 150.000 plantas de lavanda

Los cementerios no suelen considerarse lugares atractivos, pero el de Makomanai Takino, construido en 1982 y situado en la isla japonesa de Hokkaido, es uno de los más bonitos del mundo, o al menos, que más impresionan, gracias a la enorme estatua de piedra de Buda que ocupa gran parte del paisaje.

La historia de una estatua antes de ser enterrada

En este cementerio se había levantado 15 años atrás una imponente estatua de Buda de 13,5 metros de alto y con un peso de 1500 toneladas.

La escultura servía como referencia espiritual, pero al encontrarse aislada en mitad del campo, sus grandes dimensiones resultaban incómodas para el público, que acudía al recinto para orar y contemplar las inmediaciones.

La ingeniosa solución más allá de esconderla

Para solucionar este problema, el famoso arquitecto japonés Tadao Ando realizó una obra que armonizase la estatua con el paisaje.

Así, Ando creó una sala de oración rodeando al Buda para realzarlo y a la vez crear una visión más serena del paisaje.

La magnífica obra de piedra es también conocida como «La colina de Buda» o Atama Daibutsu. Se ubica en una colina de 180 hectáreas, cubierta con 150.000 plantas de lavanda perfectamente alineadas en hileras de tres.

Estas plantas de lavanda  no solo aportan majestuosidad a la obra, sino que permiten evidenciar el cambio de las estaciones. El campo se vuelve verde en primavera, púrpura en verano y blanco en invierno.

Debido a que la idea del proyecto fue cubrir el Buda con estructuras de paredes esféricas, la única parte visible sobre la colina es su cabeza a través de un gran pozo circular. Por ello, la obra también se conoció como «Buda con la cabeza fuera».

¿Y qué hay en el interior de la obra?

Para llegar hasta la escultura, los visitantes deben atravesar un pasadizo de 40 metros de largo realizado con arcos de hormigón que desembocan en la base de la misma. Así, se aumenta la expectación de verla, ya que es prácticamente invisible desde el exterior. Además, el amplio pasillo consta de una leve iluminación para aumentar la sensación de apartamiento.

Una vez atravesado el túnel, nos encontramos con la imagen de Buda, que se sitúa en una espaciosa sala circular, donde reposa sentada sobre una enorme flor de loto. La luz natural inunda la majestuosa escultura, rodeada por muros con pliegues parecidos a los de un acordeón que se estrechan hacia el cielo.

La iluminación en la sala proviene de la abertura superior por la que sobresale parte de la cabeza de Buda, dando así un aspecto de halo celestial a la misma.

En cuanto a las características principales de la obra, siguen muy de cerca las directrices del arquitecto Tadao Ando, quién es uno de los referentes de la arquitectura minimalista japonesa.

Existe un abundante uso del hormigón visto, los espacios interiores y exteriores se encuentran bien combinados, y se usa la iluminación natural para aportar teatralidad a la obra.

Además, como antesala, se encuentra un jardín acuático que recibe a los visitantes antes de entrar en el túnel a modo de purificación.

Se trata de un diseño minimalista que consta de paredes sencillas y un fino lecho de agua. Con esta construcción se busca evocar una metáfora entre la obra y las enseñanzas de Buda.

En este cementerio no solo el Buda llama la atención, pues también existen unas réplicas de las estatuas moais de la Isla de Pascua y una réplica del Stonehenge.

Actualmente, cada vez más personas acuden a este pequeño templo tanto desde otros puntos de Japón, como de diferentes lugares del mundo, a orar o simplemente admirar su belleza. Para los cuidados del campo y de oratorios, se solicita a los asistentes un aporte de 300 yenes (2,50 euros aproximadamente).

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