Este refugio en Noruega es el sitio perfecto para olvidarse del mundo

Publicado 16 febrero, 2016 por Alberto Díaz - Pinto
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Cuando se trata de casas, siempre nos gusta mostraros las más exclusivas y con un encanto muy particular. Por eso, muchas de ellas están ubicadas en fantásticos entornos rurales, alejadas del bullicio de las grandes ciudades y en pleno contacto con la naturaleza. De hecho, el refugio que queremos mostraros hoy no tiene nada que envidiarle al refugio Lieptgas que, como vimos, es un pequeño tesoro arquitectónico escondido en los Alpes suizos.

Lo que hace tan especial a la Cabina Knapphullet no es solo la forma en la que está construida, sino el paraje donde se encuentra. Ubicada entre los cantos roados de Sandefjord, en la costa sureste de Noruega, el refugio fue diseñado íntegramente por el estudio de arquitectura Lund Hagem para uno de sus socios adjuntos, quien lo utiliza como anexo a su casa de verano. Las vistas desde lo alto son inmejorables ya que se encuentra sobre un acantilado.

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Sin duda, una de las genialidades de la casa es la fabulosa terraza mirador, desde la que se pueden divisar las aguas del fiordo de Sandefjord. Para acceder a ella, el refugio cuenta con una cubierta de hormigón que funciona como una rampa escalonada y a la vez como techumbre, y que remata en una plataforma de observación conectada al acantilado. Imaginad lo que sería poder utilizar esa zona como solarium, para disfrutar del verano con la privacidad que ofrece el emplazamiento.

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El refugio y las paredes de piedra que lo rodean forman un gran atrio protegido, en el que un gran banco de hormigón se extiende hacia el interior disolviendo los límites visuales entre interior y exterior.

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El techo está cubierto con pequeñas láminas de madera de roble como si fuesen una cesta tejida. Algunas paredes también están fabricadas con madera de roble, aunque la mayoría son de cristal.

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La planta principal cuenta con una cama elevada en un altillo sobre las escaleras que dan acceso al sótano y desde la que se puede ver el mar, una pequeña sala de estar y un baño, ambos conectados visualmente con el entorno y las rocas, que agregan fortaleza a la ligereza del vidrio.

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A pesar de ser una casa con paredes de cristal, su ubicación entre las rocas y la vegetación permiten que exista una privacidad extrema. Esto hace que siempre pueda gozarse de una luminosidad plena, y que las vistas formen parte de la decoración de la casa.

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Vía: dezeen

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