Admitámoslo, las generaciones de hoy día no sabemos bailar. Nos movemos con más o menos gracia sobre la pista de baile, pero nada de hacer giros y pasos de baile.
No hablemos ya de hacer piruetas y contonearnos febrilmente al ritmo de la música y el compás de nuestra pareja. Ahora, si se baila acompañado, que sea un lento.
Por no mencionar que somos capaces de bailar durante horas sin casi sudar, amén del alcohol y el gentío, claro. Y es que antiguamente sí que se ponía en marcha el organismo con solo una canción.
De entre todos los estilos de baile, quizá sea el Lindy Hop el más frenético de la historia. Y es que este estilo de baile popularizado por la sociedad afroamericana del Nueva York de los años 20 era espectacular.