Desgarradoras fotos revelan la vida en un burdel legal de Bangladesh

Publicado 11 mayo, 2017 por admin
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Situado en el distrito de Tangail en Bangladesh, se encuentra el burdel de Kandaparauno de los más antiguos del mundo. Madres e hijas se prostituyen entre la miseria y la esperanza de una vida mejor en un círculo infinito que dura ya más de 200 años.  

El barrio es también el motor económico de la zona y, en torno a él, se alzan un gran número de puestos de comida y té, bazares y vendedores ambulantes. Tanto es así, que tras ser destruido en 2014, diversas ONGs han tenido que contribuir en su reconstrucción considerándolo el peor de los males posibles, ya que, sin él, las mujeres vivían en la indigencia y casi morían de hambre. La solución a este problema pasa por formar a las chicas en otros empleos y lograr así que abandonen la calle. Un reto nada sencillo.

Tanto la fotógrafa, Sandra Hoyn, y el fotoperiodista, Adrew Birajha, han realizado reportajes fotográficos en este lugar para dar a conocer la situación de estas jóvenes, en un país en el que la prostitución es completamente legal y muchas empiezan antes de cumplir 12 años. Te aseguramos que no te dejará indiferente.

El burdel de Kandapara no solo es uno de los más antiguos del mundo -más de 200 años de servicio perpetuado de madres a hijas-,…

…sino que también es el segundo más grande del mundo. De hecho, no es una casa de citas o un edificio, es un barrio completo

Y de su negocio depende el de tantas otras familias de comerciantes, mercaderes y puestos de comida ambulante

Una «riqueza» que se sustenta sobre estas niñas y mujeres

Las niñas se inician en el trabajo sobre los 12 años o incluso antes, la mayoría procedentes de familias pobres o vendidas como esclavas. Muchas son hijas de otras trabajadoras nacidas y criadas en Kandapara.

Comienzan trabajando a cambio de cama, alojamiento y comida para alguna madame. No tienen derechos, ni sueldo y, como mucho, reciben ropa de regalo si el día se ha dado bien. Pueden atender entre 15 y 25 clientes al día, lo que supone un beneficio de entre 11 y 22$ para el burdel. 

Tras 5 años de servicio, las jóvenes son ascendidas en la escala social del burdel, recibiendo un porcentaje de sus ganancias y la posibilidad de elegir a sus clientes. Desde este momento también pueden buscarse clientes habituales, «babus» o amantes novios.

Tras años de trabajo pueden comprar su plaza y marchar a trabajar fuera del burdel quedándose con todas las ganancias, pero esto, aunque legal, no está bien visto socialmente y quien da el paso deja de recibir clientes. 

Meghla de 23 años íntima con un cliente en su habitación de Kandapara

Meghla trabajaba en una fábrica de ropa cuando tenía 12 años, fue entonces cuando conoció a un hombre que le prometió un trabajo mejor pagado. Después de marcharse con él, fue vendida a un burdel.

Bonna, de 27 años, se ríe mientras sostiene un preservativo

Bonna comenzó a ser violada por su padrastro cuando tenía 7 años y a los 10 escapó de casa para alejarse de él. Sola y sin medios para valerse por si misma empezó a trabajar en el burdel. Hoy elige sus propios clientes y tiene 2 habituales. Gana unos 19$ al día que reparte con la empresa.

Asma tiene 14 años, trabaja en el mismo burdel en el que nació

Tuvo que dejar de ir a la escuela porque sus compañeros la acosaban por ser hija de una trabajadora sexual. Antes de unirse a la empresa, bailaba delante de los clientes.

Pakhi tiene 15 años y lleva uno viviendo y trabajando en el burdel

Contrajo matrimonio con solo 12 años, pero su vida era tan horrible que decidió huir. Un hombre la encontró mendigando en la calle y luego la vendió en Kandapara.

Priya, de 19 años, coquetea con un cliente. Comenzó su andadura en estas calles a los 17

Saben defenderse y bromear, como Priya que toma el pelo a un amigo

Dipa, de 26 años, llora amargamente porque está embarazada de dos meses de uno de sus clientes

Papia, de 18, atiende a dos clientes a la vez

Papia quedó huérfana muy joven y tuvo que contraer matrimonio siendo niña. Ella y su marido comenzaron a traficar con heroína para sobrevivir, pero fueron detenidos y enviados a prisión. Según Papia, la cárcel es el mejor lugar en el que ha estado nunca, tenía comida y nadie le hacía daño. Cuando su pena estaba a punto de acabar, conoció a una mujer que la introdujo en el burdel.

Las chicas, como Sumaiya, tienen varios clientes habituales que podrían ser considerados una especie de «novios»

Aquí puedes ver a Sumaiya que ha sido golpeada en un ojo por uno de sus clientes novios, Titu, quien quiere casarse con ella a pesar de su negativa

Tienen una relación de amor odio

Ella se niega a casarse con Titu porque cree que, una vez lo haga, él tomará el control de todo su dinero. Titu se siente celoso de los otros clientes de Sumaiya, entre los que se incluyen sus propios amigos de la infancia. Ella también confiesa tener sentimientos encontrados, ya que Titus se ve con otras damas del burdel.

Kajol cuida de su bebé de 6 meses mientras un cliente descansa en su cama

Kajol no sabe bien la edad que tiene, cree que unos 17 años. Se casó con 9 años, pero después su tía la vendió al burdel. Solo dos semanas después de dar a luz, volvió a trabajar en el Kandapara. El negocio no es el mismo desde que tuvo al bebé.

Es normal que las madres se prostituyan con sus bebés en la habitación

Cuando son algo más mayores los mandan fuera, a un rincón con un biombo o a una habitación contigua.

Algunas chicas también tienen un «babu», un amante/marido, que las protege a cambio de una parte de sus ganancias

Adrew Biraj

Hashi se maquilla antes de reunirse con un cliente, es casi una niña

Adrew Biraj

 

Luego sale a negociar en la calle y ganarse la vida

 

 

Adrew Biraj

Entre un trabajo y otro, fuma

Adrew Biraj

Si son buenas, algunas mesdames permiten a las chicas tener o usar el teléfono. Aquí Maya, de 16 años, mantiene una llamada con un cliente habitual

Adrew Biraj

Maya se pinta los labios

Shefali, de 11 años, se hace las cejas y realza su belleza antes de comenzar la jornada de trabajo

Adrew Biraj

Shefali es hija de otra trabajadora sexual. Nacida y criada en el burdel, trabaja en él desde los 9 años y atiende a unos 20 o 25 clientes al día. No cobra, recibe 3 comidas al día y algunos regalos de vez en cuando.

Sin duda, es horrible que estas niñas y mujeres estén atrapadas en este tipo de trabajo, perpetuándose de una generación a otra. Peor aún es que, el gobierno y la comunidad internacional, no hagan nada para evitarlo y empoderarlas, incentivando maneras alternativas de ganarse la vida.  Porque, incluso si la prostitución es legal en el país, la edad en que se ejerce y que muchas de ellas sean vendidas es un crimen del que se hace oídos sordos. Un problema muy complicado que debe saberse para que, gracias a la presión internacional, sea pronto abordado.

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