Estar o no estar en la Iglesia: la odisea de apostatar en España

Publicado 28 septiembre, 2017 por admin
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La mayoría de los españoles no acepta los postulados de la Iglesia Católica, ni va a misa (64%), ni se casa por la iglesia (63%), no permanece virgen hasta el matrimonio, no acude a clase prematrimoniales, no se confiesa y acepta los matrimonios del mismo sexo y el aborto. Datos que se desprenden del Barómetro del CIS y su evolución en el tiempo. 

Vaya por delante que se puede ser católico y no comulgar con la iglesia. Ser católico y no estar de acuerdo con sus privilegios. O ser ateo y, desde el respeto, pedir una igualdad de derechos y obligaciones como las que deben cumplir otras entidades religiosas o de interés social. Como también se puede estar de acuerdo con su trato a favor y querer mantenerlo. Todas son válidas, pero el problema es que nos contabilizan como católicos a quienes no lo somos y no queremos serlo. Y es que, si fuiste bautizado de pequeño, cuentas como católico practicante en sus bases y «borrarse» es una odisea.

Apostatar

Hay tantas razones para apostatar como apostatas y todas son igualmente válidas. Hay quien es agnóstico o práctica una religión diferente, también quien no está de acuerdo con temas claves como el aborto o la homosexualidad. Quien se muestra crítico con los escándalos de malversación y abusos de menores o los privilegios jurídicos y fiscales. Y es que además de la doble financiación de la declaración de la renta -específica y a través del presupuesto a ONGs- recibe también está exenta de pagar el IBI de sus inmuebles. De hecho, se ha apropiado unos 4.000 bienes públicos -como la Mezquita de Córdoba-, aunque el mantenimiento y restauración del patrimonio lo seguimos pagando todos los españoles. Además de la entrada para visitarlos claro, que ni declara ni tributa. 

Sea cual sea la razón, todas suponen una completa desafección con la Institución de la Iglesia y el deseo de dejar de formar parte de ella. 

La teoría 

En teoría, cualquiera puede abandonar la fe católica sin importar el momento ni el número de sacramentos que haya recibido, solo tiene que completar una serie de trámites. Es lo que se llama apostasía.

El procedimiento está reconocido por la ley y en teoría es muy fácil, son solo 5 pasos:

1. Consigue tu partida de bautismo en la parroquia donde se celebró el rito.

2. Haz una fotocopia compulsada de tu DNI.

3. Descarga y rellena este formulario.

4. Presenta la documentación.

5. Espera unas semanas y recibe la Declaración de abandono de la fe católica.

Puedes encontrar información detallada del proceso aquí.

Como es lógico, apostatar tiene una serie de consecuencias de índole religiosa. Son: no poder casarse por la Iglesia, no poder ser padrino de bautismo o confirmación, la exclusión de los sacramentos y de las exequias, así como no poder pertenecer a asociaciones públicas de fieles. 

Por lo demás, como señalan en Apostatar.org, seguirás siendo la misma persona, ni mejor ni peor, aunque quizá más coherente con tus creencias.

La odisea de apostatar en España

Forges /  divinoplacebo.com 

El problema es que quienes emprenden el camino de desligarse de la Iglesia Católica Española, encuentran un sin fin de impedimentos, retrasos y sabotajes por parte del Obispado con el único fin de que desistas en tu empeño de apostatar.

En otros países, regulados por la ley, la libertad religiosa y el sentido común, este trámite se puede hacer por internet y es muy rápido. Claro que allí tampoco cuenta con sendos privilegios fiscales. 

Aunque existe un procedimiento común, apostatar en España es más o menos difícil según la diócesis a que estés adscrito y la resistencia de algunos religiosos a facilitar tu salida. Si visitas Apostatar.org / Experiencias según la diócesis podrás revisar cómo ha sido la experiencia de algunos vecinos de tu zona. 

3 años para apostatar

Xavier Álvarez posa con la carta del Obispado y la declaración de abandono en la mano / eldiario.es

Uno de los casos más mediáticos y llamativos ha sido el de dos hermanos de Lugo, Xavier y Paulo Álvarez, quienes llevan desde 2014 tratando de apostatar sin éxito, una experiencia que califican de auténtica tomadura de pelo.

«Es una tomadura de pelo. Llevamos tres años intentándolo y la Iglesia nos ningunea y nos da largas. Parece que lo que quieren conseguir es que nos demos por vencidos, nos cansemos y perdamos el interés»

Ambos son adultos -24 y 32 años- y tienen conocimiento pleno sobre sus creencias, razón por la que se dirigieron hasta su párroco para solicitar la partida bautismal y comenzar los trámites para apostatar. Sin embargo, el periplo no había hecho más que comenzar. 

«Tardamos meses en conseguirlas, el párroco nos mostraba continuamente su malestar e incomprensión, haciendo juicios de valor constantemente, diciendo que yo era demasiado pequeño, con 22 años, para tomar la decisión o que éramos los únicos del pueblo»

Finalmente lo lograron, adjuntaron su DNI compulsado y la declaración de apostasía para enviar al Obispado. Una tarea que realizaron en apenas un par de horas, pero que tardó meses en recibir respuesta.

Primero, se les comunicó que había habido un cambio de cura y que sus partidas debían de haberse perdido. Tras repetir el trámite y casi un año después, en agosto de 2015, recibieron una carta para pedirles que fueran a notaría o al Obispado para hacer una declaración formal de renuncia, en la que también se les presionaba para desistir y no abandonar la fe. 

Recibidos por el vicario en abril de 2016 para no tener que gastar dinero en notaría, encontraron un nuevo impedimento: no llevaban la partida bautismal, un requisito que no se especificaba en la carta. 

«Después de mucho quejarnos accedió a darnos la ‘declaración formal de abandono de la fe católica’ firmada, no sin antes insistir en las consecuencias», 

En teoría el procedimiento sería revisado por la iglesia, quien daría orden al párroco de su iglesia para anotar el acto de abandono en la partida bautismal dando por concluidos todos los trámites. Pero de nuevo no fue así, en ese punto se volvieron a quedar estancados.

«Es frustrante que un sencillo trámite de enorme importancia tanto ética como simbólica para nosotros no sea tenido en cuenta».

 Y así siguen a 22 de septiembre de 2017, cuando han decidido lanzar su caso a los medios de comunicación con la esperanza de completar este extraño viaje. ¿Lo lograran? 

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