Mientras que el informe PISA y otras pruebas de nivel muestran que la gran mayoría de adolescentes europeos son prácticamente «analfabetos matemáticos», los alumnos de Shanghai, China, no paran de batir récords. ¿Pero cuál es el secreto de su éxito y por qué otros países, como Reino Unido, quieren copiar su enseñanza en matemáticas?
Solo uno a la vez; sin prisas, pero sin pausas.
Nadie se queda atrás, ni nadie avanza la lección hasta que todos lo hayan comprendido. De esta forma construyen una base matemática extremadamente sólida.
Más adelante se usan objetos o dibujos para representar algunos de ellos, pero no hay ilustraciones que distraigan o no tengan relación con los contenidos.
Los profesores evitan que los alumnos den respuestas sueltas o solo el resultado. Su misión es que los niños se expliquen y expresen en oraciones completas, los procesos que han seguido para llegar a la solución correcta.
Una metodología clave que permite desarrollar el lenguaje matemático y las habilidades de razonamiento.
Los métodos que normalmente se usan en las escuelas europeas, donde se separan a los alumnos «matemáticamente hábiles» de los «matemáticamente débiles», no se aplican en Shanghai. Aquí todos los alumnos son iguales: reciben la misma tarea, el mismo trato y el mismo nivel de exigencia. Y a tenor de los resultados, este sistema funciona mucho mejor.
Desde que cumplen 5 años, los alumnos de matemáticas siguen el mismo ritual a la hora de hacer ejercicios:
Un niño responde a la pregunta del maestro, luego todos repiten la respuesta al unísono. Luego otro niño contesta la pregunta siguiente, el resto de la clase repite en alto. Y así. Cada ronda termina en aplausos «de premio»; luego todos deberán anotar las respuestas en sus cuadernos y reiterarlas una vez más en la pizarra.
Puede parecer un sistema tonto, pero de esta forma ningún niño desconecta de la clase. A fuerza de repetir, de ser premiado con aplausos y de seguir el mismo sistema durante toda su etapa escolar, los conceptos matemáticos se memorizan y comprenden tan bien, que una vez superada la lección no tienen que volver a explicársela nunca más en el futuro.
Las sesiones duran apenas 30 minutos, seguidas de 15 minutos de juegos matemáticos desestructurados.
Para ser profesor de matemáticas en Shanghai, los profesores deben además de formarse como docentes, hacer una formación específica de 5 años. Es decir, durante un lustro aprenden cómo dar matemáticas a primaria de forma rigurosa y siguiendo los preceptos de este sistema.
Nada de esto tendría éxito si los profesores pudieran ser ninguneados por los alumnos, vilipendiados por los padres y mal pagados por el sistema. Al revés, tanto padres como alumnos profesan gran respeto por ellos, y el sistema cuida que tengan pocas horas lectivas -2 clases al día de 40 minutos-, para que tengan tiempo de preparar sus clases y adaptarse a los alumnos.
Ningún sistema es perfecto y este tampoco. Si bien los alumnos son brillantes en matemáticas, la mayoría de escuelas carecen de otros espacios clave para su bienestar. Resulta que las aulas son buenas y están equipadas, pero no los patios, gimnasios, zonas de ocio y esparcimiento.
El sistema se preocupa en exclusiva por su formación, lo que aumenta el estrés y empeora su salud. Según un estudio, el 13 % de los alumnos en edad escolar tienen mala salud o regular.
Tal vez combinando lo mejor de ambos sistemas, logremos por fin encontrar el equilibrio.
Fuente: bbc.com artículo por Lavozdelmuro.net
Este artículo fue modificado el 28 julio, 2018 8:37 am