Las fotografías del meteorólogo ruso que ha pasado 13 años en el lugar más solitario de la Tierra

Publicado 18 noviembre, 2019 por Javier Escribano
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Un retrato de Yuri Gagarin recortado de una revista decora el despacho de Vyacheslav ‘Slava’ Korotki. Él es un meteorólogo especializado en el polo norte, que ha vivido la mitad de su vida en barcos por los mares rusos, y los últimos trece, en la estación Khodovarikha. Es el puesto meteorológico más remoto, con temperaturas que alcanzan los 40 grados bajo cero, ubicado en una península sobre el mar de Barents. El pueblo (por llamarlo de algún modo) más cercano está a una hora en helicóptero. Vive solo.

La fotógrafa Evgenia Arbugaeva nació en un pueblo del ártico ruso llamado Tiksi. En sus trabajos intenta reflejar la vida y las historias de su tierra natal, y por ello recorrió 22 remotas estaciones meteorológicas esperando encontrar lo que ella denominaba «el lobo ártico solitario». Sin embargo, descubrió que la mayoría no eran como lo imaginaba, sino modernas instalaciones sin personalidad, con gente joven usando nuevas tecnologías.

Hasta que, en 2014, encontró a Slava. A sus entonces 63 años, Slava es como un antiguo cosmonauta soviético olvidado en el espacio, único habitante de un planeta frío y desierto, pero también hermoso y pacífico.«Vine con la idea del hermitaño solitario que huyó del mundo por algún drama terrible, pero no era así.», explica Arbugaeva. «No se siente solo en absoluto. Hace como que desaparece en las tundras y las tormentas de nueve. No tiene una idea de sí mismo en la forma en la que la mayoría de la gente lo tiene. Es como si él mismo fuera el viento, el tiempo.»

Las fotografías de Arbugaeva, que publicó en The New Yorker, muestran una vida congelada en el tiempo. Hasta el papel de pared parece de otra época. Poca gente podría vivir como Slava, aunque él podría decir lo mismo. No soporta el tráfico y el ruido, es incapaz de estar en una ciudad. Tiene una esposa, a la que visita de vez en cuando en la ciudad de Arkhangelsk (Arcángel). Pero su vida está en este refugio en medio de la tundra, midiendo temperaturas, vientos y precipitaciones. Haciéndose uno con la tierra, el aire y el hielo.

Caminando hacia el observatorio abandonado en Kotelniy

Slava en su puesto de trabajo

La antigua radio, único contacto de Slava con el mundo exterior

Slava y Khesa, loro que le regaló Arbugaeva en su segunda visita

Las notas y dibujos de Slava, con una foto recortada de Yuri Gagarin

Slava caminando hacia un antiguo faro

Hacer castillos con cerillas es uno de los pasatiempos de Slava

Slava en una barca construida por él mismo

«Él es este lugar», dice Arbugaeva

La nieve invade el refugio de Slava

Estudiando el tiempo esa noche. «Temperatura, 20 grados bajo cero.»

La lluvia, uno de los pocos sonidos en el ártico

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