Mitrídates: el rey que tomaba veneno para evitar que lo envenenaran. Pero… ¿le funcionó?

Publicado 4 agosto, 2020 por Pablo Carrera
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Aún que pueda parecer un truco propio de James Bond, lo cierto es que la idea de ser inmune a un veneno, tomándolo poco a poco, se ha utilizado más de una vez a lo largo de la historia.

Muchos monarcas o nobles han querido anticiparse a una traición siguiendo esta práctica llamada mitridatismo.

Pero, ¿quién era Mitrídates?

El plan era sencillo: nadie podría envenenarlo si él se envenenaba antes

El primero en pensar sobre esto fue, según explica este estudio, Mitrídates VI cerca del año 120 a.C., al vivir preocupado de correr la misma suerte que su padre.

Al parecer, las traiciones en la familia del rey de Ponto no eran algo anecdótico.  Luego de ver morir a su padre, Mitrídates empezó a sospechar que podría ser el siguiente en la lista. El temor se vio agravado cuando su madre empezó a favorecer a su hermano en la lucha por el trono.

El joven comenzó a notar dolores en el estómago durante las comidas y sospechó que le estaban añadiendo algo a sus platos para acabar con él lentamente.

Decidió huir a la naturaleza. Se dice que allí comenzó a ingerir cantidades muy pequeñas de todo tipo de toxinas y a mezclarlas con un remedio natural. El temeroso monarca pensaba, de esta forma, protegerse de todas las pócimas letales conocidas.

No se conserva la receta que utilizó para ser inmune, pero era tan efectiva que tras caer derrotado en Pompeyo y querer terminar con su vida, fue incapaz de lograrlo bebiendo veneno. Finalmente no tuvo más remedio que pedirle a un soldado que lo ajusticiara con una espada.

El mitridatismo no es efectivo contra todos los tipos de veneno

Veneno botes

Ken Saladin, ex profesor de histología, dice que la inmunidad no es posible en un sentido estricto. Solamente funciona relativamente bien contra tóxicos con una alta concentración de proteínas: los de abejas, serpientes o la gripe.

Ante el cianuro, la estricnina o los metales pesados, poco se puede hacer. El arsénico, curiosamente, parece una excepción. Algunas personas tienen una adaptación genética que les otorga una mayor resistencia.

Botes

Según esta investigación, cada cuerpo humano es un mundo. La cantidad necesaria para acabar con cada individuo varía notablemente y la tolerancia de cada persona es diferente.

En general, nuestro organismo está preparado para detectar  proteínas extrañas y reaccionar ante ellas. Al principio puede no ser muy eficaz, pero una vez aprende a reconocer al enemigo consigue lanzar una respuesta efectiva. Una vez pasas por un virus ya no vuelves a enfermar de él. Somos capaces de generar anticuerpos tremendamente efectivos que rodean la toxina y bloquean su actividad.

Una idea muy utilizada en la ficción

El concepto de mitridatismo ha fascinado a monarcas temerosos y a escritores perversos.

Las historias están llenas personajes preocupados por su envenenamiento. Hemos visto actuar al veneno desde una sopa caliente, al contacto de un vestido con la piel o en mitad de la noche, deslizándose dentro del oído de un despistado noble durmiente.

Veneno traición

Lo que podemos sacar en claro es que el mitridatismo no parece la solución. Es imposible crear un cóctel con cada toxina que existe y en la cantidad adecuada. Tendrías que beber tanto veneno diario que acabaría contigo antes de ser inmune.

La mejor solución es vigilar la comida, tener a alguien que la pruebe por ti y, si eres un personaje de ficción, intentar no verse envuelto en una conspiración inesperada.

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