«Os voy a contar una historia, ayer estaba de guardia y recibimos un aviso, había un chico en la acera incosciente…»

Publicado 29 abril, 2022 por redaccion
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Todas y cada una de las personas en el mundo tiene una anécdota para contar. Algunas son graciosas, otras causan sorpresa y otras más conmueven hasta la fibra más profunda del alma. Las historias de la mayoría de los migrantes suelen ser impactantes y resuenan en nuestro corazón. Pueden hablar de superación pero también tocan el tema del sufrimient0 y el rechazo. La vida de un migrante es difícil.

En el año 2020 se registró una cifra de casi 272 millones de migrantes en el mundo.

Los migrantes son personas como tú y como yo que solo están buscando mejores oportunidades de vida. Por eso, deben dejar su país de origen y todo lo que conocen y aman para tratar de sobrevivir en un lugar desconocido.

De acuerdo con datos de la ONU, en España viven poco más de 5 millones de inmigrantes, la mayoría de ellos son de origen marroquí. Esto quiere decir que cerca del 12% de la población española está conformada por extranjeros. Lamentablemente, los prejuicios y malos tratos hacia ellos son constantes, lo que pone en evidencia el pensamiento de la sociedad.

María José es una enfermera española que decidió compartir una historia sobre migración a través de su cuenta de Twitter.

Esto sucedió en Cartagena, Espana, en diciembre de 2021. María comienza su hilo de la siguiente manera:

«Ayer estuve de guardia. Un aviso nos comunicaba que había un chico tirado en la acera, inconsciente. Ambulancia y nos dirigimos a la dirección que nos indicaron. Habían dos policías y un chico sentado en la acera.»

Según relata María, se trataba de un menor de edad desorientado y solo en medio de la calle. Cuando ella y el equipo médico llegaron a la ubicación, el joven ya se había recuperado y estaba consciente. De acuerdo con los datos de la policía, no presentaba signos de haber consumido bebidas alc0hól1cas o de otro tipo.

El chico, a quien María nombra como Mohamed para proteger su identidad, estaba llorando y no sabía lo que había pasado. Era un extranjero sin acompañantes por lo que tuvieron que llevarlo en ambulancia hasta el hospital.

«Tenía 19 años y había llegado en patera con 11. Estuvo en un centro de menores hasta los 18. Llevaba un año fuera. Hablaba correctamente el castellano. Su tristeza y su llanto eran interminables cuando me contó que llevaba 8 años sin ver a sus padres.» escribió María.

Una vez en el centro de salud, le hicieron un chequeo de rutina, pero el chico estaba muy asustado y no quería hablar con el personal médico. María y sus compañeras sabían que algo malo pasaba pero simplemente Mohamed no habló. Se acercó a la puerta mientras la médica redactaba un informe y la enfermera salió detrás de él.

Es entonces que Mohamed comenzó a hablar.

Le comentó a María que tenía 8 años sin ver a sus padres y había llegado a España a los 11, cuando apenas era un niño. También le contó, entre llanto, que su vida no tenía sentido y que ya no podía más.

«Se me abrazó desesperado y sentí su miedo, su angustia, su desesperanza. Son personas de carne y hueso que sienten como cualquiera de nosotros. Si nos autodenominados humanos, comportamonos como tal.» relató la enfermera.

Al escuchar sus palabras, María comenzó a llorar también. Le preguntó dónde vivía y Mohamed respondía que en una pequeña habitación y que trabajaba. Sin embargo, su jefe había amenazado con despedirlo y él no sabía qué hacer. La enfermera intentó consolarlo y le dijo que sí tenía algo por lo que vivir. Que su propósito sería trabajar mucho y de manera digna para volver a ver a sus padres.

También le dijo que no debía sentirse mal por su condición de migrante y que en realidad debería estar muy orgulloso. Le pidió que caminara con la cabeza en alto porque era un chico muy valiente y merecía admiración y respeto. Mohamed agradeció mucho las palabras de María y cuando llegaron sus amigos, el chico se marchó.

«No son ningunos delincuente5 ni vi0ladore5, ni ladr0ne5, ni maleante5. Son personas como tú y como yo que intentan tener las mismas oportunidades que tenemos nosotros/ as.» concluyó María.

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