12 errores que todos los padres cometemos en la educación de nuestros hijos y debemos evitar

Publicado 19 octubre, 2017 por admin
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Tener un hijo es una aventura que nunca acaba, un proceso de aprendizaje continuo que nos hace crecer como personas. En este viaje no estamos exentos de cometer errores, algunos como estos.  

Regañar en público 

Quizá se porte mal, pero no podemos avergonzarlo delante del resto de compañeros, ya que estará más pendiente del ellos que de lo que estás tratando de explicarle. Tampoco podemos llamarle la atención más tarde, o no entenderá el por qué.

Lo mejor es parar el juego discretamente, llevarlo a parte y llamarle la atención. Si no podemos, un simple gesto y advertirle que hablaremos después será suficiente para conectar en su mente ambos momentos.  

Evitar que tus hijos corran riesgos y ayudarles demasiado pronto 

Es cierto que debemos vigilar la seguridad de nuestros hijos, pero no salir al paso en todo lo que necesiten. Conforme crezca deberemos darles más y más autonomía para que se enfrenten al mundo solos y sin red de seguridad. Eso empieza por dejarles correr y asumir el riego de que se caigan y raspen las rodillas.

Del mismo modo, si vemos que no logra completar una tarea, no intervengas. Dale tiempo, ideas y ánimo para lograr que salga del paso él solo, si no de una forma standard, de cualquier otra, así aprenderá a ser resolutivo. 

Dar pocas instrucciones

«Pórtate bien», pero ¿qué significa esto exactamente? Esta instrucción depende del contexto; en el parque significa que puede correr, pero no empujar a los compañeros, y en clase que no puede correr, sino que debe estar sentado y atender… ¿Ves por dónde voy?

Si deseas que tu hijo se comporte de una forma concreta y desarrolle buenos hábitos, se claro y concreto en las instrucciones. Esto puede ser, «cuando juegues no tires los juguetes por el suelo», «En clase, mantente en tu asiento y haz caso al profesor»… 

Sobornar al niño 

Es fácil caer en la tentación de ofrecer algo gustoso al niño con tal de que se tranquilice, transija o pare su rabieta…, pero no lo hagas o estarás perdido. Para él es muy sencillo comprender que se está premiando un mal comportamiento, por lo que no dudará en usar ese recurso siempre que pueda o quiera. 

Recuerda que tus hijos no tienen por qué amarte todo el tiempo, estás ahí para educar además de para proporcionar cariño, cuidado y apoyo. La vida es complicada y tendrán que superar muchos desafíos y adversidades. No hay nada de malo en decirles “no” y “ahora no”; a largo plazo, es mejor no ofrecer contraprestaciones materiales, ser pacientes y hacerles comprender que comportarse correctamente en la cola del supermercado es lo que se espera de ellos y del resto de personas.

No vigilar que no tenga hambre ni sueño

Ya lo dijimos en Cómo aplicar el método Montessori para prevenir rabietasel hambre y el sueño son malos compañeros y aumentan las probabilidades de sufrir una rabieta y portarse mal. Eso sí, no basta con entregarles chucherías y comida de baja calidad para lograr que callen, debemos ser responsable. Evitar estas situaciones depende más de nosotros que de ellos, por establecer y cumplir horarios, preparar comidas con antelación, llevar la merienda en el carrito y tener una hora fija para ir a la cama. Nada nuevo, ¿verdad?

Confundirlos con charlas demasiado largas

Tenemos que usar un lenguaje sencillo y claro, pero, sobre todo, debemos ser escuetos en nuestras explicaciones o corremos el riesgo de confundirlos. Si queremos explicarles por qué deben lavarse las manos, no podemos pasarnos 30 minutos hablando sobre la proliferación de bacterias infecciosas… un escueto mensaje sobre bichitos que no podemos ver, es más efectivo. 

Perder los nervios 

Ser padres es una tarea muy estresante que no viene con manual de instrucciones; una responsabilidad que debe convivir con tantas otras como el trabajo o la casa. Con todo ello, es fácil perder los nervios y estallar a consecuencia de una rabieta o un mal comportamiento. Pero recuerda, no es culpa del niño. 

Los niños son niños, tú eres el adulto y debes aprender a conciliarlo todo sin perder la calma. Además, ¿has visto que dar voces funcione alguna vez? En el mejor de los casos la rabieta finalizará porque nos tendrá miedo. En la mayoría, solo se llorará y gritará más fuerte. Respira y tranquilízate.

Tomarte las cosas de forma personal 

No puedes tratar al niño y sus caprichos como si fueran los de un adulto. Si, decide hacerte burla, no darte besos, pegarte o insultar…  asume que son niños aprendiendo diversas maneras de manejar situaciones y lograr sus objetivos. No entres al trapo y mantén una actitud positiva.

Comparar a tu hijo con los demás

Las comparaciones son odiosas y hacen daño. Debemos asumir que cada niño es distinto y aprende a su propio ritmo, y avergonzarlo comparándolo con sus hermanos o amigos, no va a incentivar su desarrollo. Al contrario, puede causarle un mar de dudas e inseguridades. 

Trata a cada niño individualmente y proporciónale la ayuda que necesite en cada momento, haciéndole sentir orgulloso de sus éxitos y nunca avergonzados de sus dificultades. 

No ser proporcional

Cuidado con los castigos desmesurados y aquellos que, por duros, no acabarás cumpliendo. En la vida hay que ser proporcional y no se puede castigar igual que pegue a un compañero o que deje su abrigo tirado en el suelo. 

Los mejores castigos son aquellos que enseñan algo y se pueden cumplir, más aún si consisten en reparar el daño causado. Por ejemplo, recoger el desastre formado o ayudar a su hermana por haberla agraviado. 

No tener normas o no cumplirlas 

Es importante que tengamos normas, pero más importante aún es cumplirlas y establecer, de ante mano, qué ocurre si no somos responsables. Es imposible que nuestro hijo entienda qué debe hacer y cuando si cambiamos las reglas del juego a nuestra conveniencia. Y esto no lleva directamente al último punto.

No predicar con el ejemplo

Si no actúas de acuerdo a las normas, por qué van a hacerlo ellos. Tú eres el espejo en que se miran y debes enseñarles que eres el primero en ayudar a los demás, ser integro, educado, tratar bien al resto de la familia, cumplir con sus tareas, leer, ir a la cama pronto, comer de todo…  Nada educa mejor que el ejemplo.

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