Los Chupa Chups, o caramelos con palo, han formado parte de la infancia de miles de personas. Desde que fueron inventados en 1958 por el español Enric Bernat su popularidad y sus imitadores no han hecho más que aumentar.
Si sois consumidores de este producto seguramente os habréis percatado de que el palo, en el que va sujeto el caramelo, es hueco y además tiene una pequeña abertura. Esto no es fruto de la casualidad y responde a una razón tecnológica.
Cuando era pequeño, siempre creí que este pequeño agujero formaba parte de un silbato que nunca pude hacer funcionar correctamente. Nada más lejos de la realidad. El silbato no funcionaba porque no está fabricado para tal efecto.
Muchas personas piensan que este agujero es por motivos de seguridad. Si un niño pequeño se atraganta, al ser hueco el palo y tener ese agujero, facilitaría poder seguir respirando. En realidad esto es totalmente falso. Es muy difícil -por no decir imposible- que la garganta de un niño quede totalmente obstruida por un palo de Chupa Chups. Esta falsa creencia es en realidad un derivado de los agujeros que llevan las tapas de los bolígrafos, que si tienen tal utilidad.
La realidad responde a temas de eficacia. Cuando se coloca el caramelo sobre el palo, este agujero debe estar mirando siempre hacía arriba. De este modo, el caramelo aún blando penetra dentro del hueco y forma así una especie de gancho. Gracias a eso, el caramelo queda perfectamente adherido al palo hasta el último chupetón.
El resto del palo es hueco, simplemente por motivos económicos. A menos material, menos gasto. Su forma también favorece que el caramelo contenga las menos burbujas posibles en su interior. Una curiosidad más del mundo tan grande que nos rodea.
