Parece una foto al revés, pero cuando te digamos qué le pasa, te vas a quedar con la boca abierta

Publicado 17 febrero, 2017 por Joaquín M.C.
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Nuestro cerebro nos engaña 24 horas al día, 7 días por semana. Lejos de ser algo preocupante es, en realidad, un acto necesario. Debido a la complejidad de su funcionamiento, estos «engaños» facilitan enormemente su trabajo.

Los procesos que nuestra mente sigue a la hora de percibir el mundo que nos rodea son tan complejos, que la naturaleza ha ideado ciertos truquitos y atajos. Uno de los más curiosos es el reconocimiento de caras.

El ser humano está programado desde pequeño para reconocer las caras de una forma muy rápida. Tanto es así que en cuanto vemos 2 puntos y una linea, en seguida reconocemos un rostro.

Somos capaces de distinguir caras fácilmente incluso cuando están giradas, lo cual nos lleva a la siguiente imagen. En ellas vemos a 4 personas del revés. Aparentemente son 4 rostros totalmente normales. Tal vez notéis algo raro, pero no sabéis distinguir bien lo que es.

Estos rostros son totalmente irreales e imposibles. A primera vista tal vez no lo parezca, pero estamos ante auténticos monstruos. Nuestro cerebro percibes sus semblantes como un todo y no se da cuenta de los detalles más llamativos.

Todos y cada uno de los componentes de la imagen tienen sus ojos y sus bocas del revés. ¿No me creéis? bueno, tan solo tenéis que girar la imagen 180º.

Si tienes un teléfono dale la vuelta y mira la foto de arriba… si no, como me imagino que no tendréis muchas ganas de andar moviendo la pantalla de vuestro pc, os voy a ahorrar ese trabajo. Aquí os muestro la imagen en el sentido correcto.

Os aseguro que es la misma, tan solo la he girado. En este momento sí percibimos las caras tal y como son y no la interpretación de nuestro cerebro. Esto nos ocurre a diario, aunque no nos demos ni la más mínima cuenta.

La razón es bien sencilla. La parte de nuestro cerebro que se ocupa de reconocer caras es el llamado giro fusiforme. Aquí se almacenan los datos más llamativos de un rostro. De este modo, a veces no hace falta ni que veamos la cara entera o con claridad para que el cerebro automáticamente nos la muestre.

Cuando vemos la imagen girada y los ojos y la boca del revés no nos resulta extraño, ya que estamos acostumbrados a reconocer estos elementos en dicha posición. Digamos que nos aferramos a lo conocido y lo normalizamos. Pero una vez giramos el rostro, esos elementos tan reconocibles pasan a tener un aspecto muy extraño y desconcertante.

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