Científicos de renombre lo tienen claro: la sal no es tan mala como pensábamos

Publicado 1 junio, 2017 por admin
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Tan mala como el alcohol, el tabaco o la vida sedentaria, la sal se ha convertido en un enemigo más de nuestra salud. Los médicos y dietistas advierten de su peligrosidad, relacionándola con diversos problemas de salud debido al aumento de la tensión arterial.

La hipertensión arterial es la principal causa de ictus y una de las más importantes de infartos, que son dos de los motivos más frecuentes de muerte y de discapacidad en nuestra sociedad.

Sin embargo, nuevos estudios apuntan a que la sal no es tan terrible para nosotros y que la hipertensión está causada realmente por el azúcar refinado y la fructosa. 

Somos sal

Pixabay

La sal es un nutriente esencial para la vida y muchos de nuestros procesos fisiológicos dependen de ella. Sin límites sobre su consumo, la cantidad diaria de sal oscila entre una cucharadita y cucharadita y media de sal. Sea la sociedad, cultura, clima o entorno natural que sea, la cantidad siempre es la misma.

Consumirla es casi un instinto y por eso cuesta tanto reducir su consumo, el cuerpo la pide como pide agua

Y es que somos sal. Lloramos sal, sudamos sal y las células de nuestro cuerpo se bañan en fluidos cargados de sodio. Sin ella, moriríamos y la raza se extinguiría. No es una exageración, una dieta pobre en sal disminuye el impulso sexual, reduce las posibilidades de quedar embarazada y afecta al peso del bebé. También aumenta el riesgo de disfunción eréctil, agrava las hemorragias y afecta negativamente a la curación de las quemaduras.

La razón principal es la capacidad de la sal para retener fluidos y absorber fluidos, mantener la sangre circulante y defenderse del colapso vascular y precisamente por eso se la ha acusado todo este tiempo de provocar un aumento de la tensión arterial. 

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La hipótesis es sencilla: La sal aumenta la sed y hace que bebamos más agua. También hace que el cuerpo se resista a perderla provocando la retención de líquidos. Una mayor cantidad de líquidos aumenta la presión arterial y, ésta, dispara el riesgo de enfermedad cardíaca, accidentes cerebrovasculares y otras enfermedades graves.

El problema es que los estudios y pruebas no respaldan esta afirmación, al contrario, la desmienten.

La evidencia sugiere que aproximadamente el 80% de las personas con presión arterial normal no sufren ningún signo de presión arterial elevada – ninguno en absoluto – cuando aumentan su consumo de sal.

La American Journal of Hypertension analizó los datos de 8.670 adultos franceses y no halló evidencia entre el consumo de sal y el aumento de la presión arterial sistólica en hombres o mujeres.

El negocio de la desinformación

Y ¿cómo puede ser que se le haya culpado falsamente de algo durante más de 100 años y sin evidencia científica?

La sal no causa adicción a diferencia de su contrario por antonomasia: el azúcar, uno de los ingredientes más comunes en alimentos procesados. Y este es el quid de la cuestión.

Ya supimos hace unos meses que la industria azucarera pagó durante décadas a científicos y financió cientos de estudios falsos, para culpar a las grasas y otros ingredientes de causar las enfermedades cardíacas que realmente produce el azúcar y sus derivados.

Según la investigación, un alto consumo de azúcar demostró que aumentaba significativamente la tensión sistólica y la presión arterial diastólica en los ensayos de 8 semanas o de más duración. Así las personas que consumen el 25% o más de calorías de azúcar tienen casi tres veces mayor riesgo de muerte por enfermedad cardiovascular, según esta investigación e, incluso, en dosis moderadas y cortos períodos de tiempo.
El consumo excesivo de fructosa aumenta la frecuencia cardíaca, el gasto cardíaco, la retención renal de sodio y la resistencia vascular; todos ellos pueden interactuar para elevar la presión arterial y aumentar la demanda de oxígeno del miocardio.

No tires la fruta todavía. El estudio se refiere a la fructosa procesada industrialmente, como es el sirope de maíz; es el edulcorante más utilizado en los alimentos procesados – particularmente en las bebidas de frutas y refrescos.

La fructosa natural, proveniente de frutas y verduras no solo no es perjudicial, sino que es altamente beneficiosa para el organismo, ya que se ingiere acompañada de fibras vegetales, vitaminas y minerales.

El azúcar es también culpable de provocar sobrepeso, obesidad, resistencia a la insulina, diabetes Tipo II, hígado graso, caries y más. Sin embargo, sigue colmando las estanterías de nuestros supermercados, escondida en papillas infantiles, refrescos, cereales y casi todos los alimentos procesados.  

En el término medio está la virtud

Con esto no queremos decir que aumentes tu consumo de sal, o elimines totalmente del azúcar de tu dieta, pero sí, que te ciñas a la cantidad diaria recomendada, te informes y abordes tu alimentación de forma integral. Lo que es seguro es que un desarreglo no reproduce solo por un ingrediente o un exceso puntual, sino por malos hábitos de vida que se prolongan en el tiempo.

Recuerda llevar una vida sana, hacer deporte, dormir bien y mantenerte en tu peso, así como elegir productos naturales y evitar los alimentos procesados y precocinados. ¡Y lee siempre las etiquetas! Es tu salud, no juegues con ella.

NOTA: Aunque este artículo se basa en estudios científicos reales, en ningún momento sustituye el tratamiento de tu médico. Consulta siempre con un profesional.

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