La tecnología ha logrado cosas que, hace apenas unos años, parecían imposibles. De hecho, en La Voz del Muro ya hemos conocido cómo ciertos avances pueden mejorar la calidad de vida de aquellos que, por desgracia, se veían impedidos en algún aspecto de su vida.
Hoy queríamos hacernos eco de la increíble historia del maestro y director de orquesta Joao Carlos Martins, quien, tras largos años sin poder tocar el piano a causa de varios accidentes y enfermedades en sus manos, por fin ha podido volver a interpretar a Bach gracias a unos guantes biónicos.
Un logro que, sin duda, ha conmocionado y conmovido a partes iguales al mundo entero. Hoy os contamos su historia:
A sus 80 años, Martin ha vuelto a tocar el piano gracias a unos guantes biónicos
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Los problemas de Martins comenzaron una tarde de 1965 en Nueva York, mientras jugaba un partido de fútbol. Un desafortunado accidente, hizo que el músico y aficionado al fútbol se rompiera el nervio de la mano derecha, que afectó seriamente a su movilidad.
Después de 24 operaciones y varios tratamientos, sin embargo, logró recuperar parte del movimiento. Por desgracia, años después desarrolló también una dolencia degenerativa del sistema músculo-esquelético y neurológico, como resultado del estrés producido por el exceso de repetición de movimientos.
Aquel fue el momento en el que los médicos le recomendaron que abandonase su gran pasión, el piano. De este modo, Martins vendió todos sus instrumentos para dedicarse a ser entrenador de boxeo, alejándose lo máximo posible de todo lo que había sido su vida hasta ahora.
Un nuevo comienzo
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De algún modo, Martins nunca se alejó del todo del piano, pues desarrolló una técnica para poder tocar con la mano izquierda e incluso son sus pulgares:
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Sin embargo, llevaba sin poner sus manos sobre un teclado desde 1998. Pero unos días antes de las navidades pasadas, su vida dio un giro inesperado.
El diseñador Ubiratã Bizarro Costa se puso en contacto con Martins para fabricarle unos guantes que fueran capaces de devolverle la capacidad de abrir las manos y extender los dedos.
«Realicé los primeros modelos basados en imágenes de sus manos, pero estaban lejos de ser ideales. Así pues, me acerqué al maestro al finalizar un concierto. Rápidamente se dio cuenta de que no funcionarían, pero luego me invitó a su casa para desarrollar el proyecto«, explicaba el diseñador en una entrevista.
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Ambos pasaron los siguientes meses probando probando varios prototipos y, finalmente, el modelo óptimo llegó el pasado diciembre. Una construcción que, según Costa, solo costó unos 500 reales brasileños, es decir, unos 75 €.
Actualmente Martins practica durante 4 horas al día y, aunque no cree que recupere la velocidad de entonces, esto le ha devuelto la ilusión perdida años atrás. Y es que, a pesar de todas las dificultades, Martins, siempre con una sonrisa, cree que una persona con 80 años aún puede seguir generando esperanza y ejemplo.
«Hay mucha gente que piensa que a los 80 años todo se ha acabado. Pues no, todo puede empezar a los 80«, afirmó entre risas.
